FUENTE: barris.org
Aunque muchos analistas atléticos, de la época moderna de nuestro deporte, sitúan la aparición de esta prueba en el año 1902, la verdad es que a finales del Siglo XIX, ya se habían desarrollado competiciones sobre esta distancia, pero medidas por yardas (91.44m).
La cronología de los 100 yardas puede decirse que empezó, cuando la atleta americana Mamie Hubbard, cubre la distancia en 17,0 seg. en Nueva York, el día 11 de agosto de 1890, marca que muy pronto mejoraría la británica Eva Francisco, con un más que aceptable tiempo de 13,0 seg. en Dublín el 8 de agosto de 1891, a la que seguirían una correlación de atletas americanas y del Reino Unido, que año tras año iban mejorando sus marcas, hasta llegar al día 16 de julio de 1920, cuando la inglesa Mary Lines con 12,0 seg. alcanzaría la primera plusmarca mundial, bajo el control de la nueva “Federación Internacional del Deporte Femenino” (FSFI) fundada en París el año 1919, pero no reconocida por la IAAF, que aún tardaría unos años para oficializarla, lo cual sucedió el día 20 de abril de 1935, cuando la atleta sudafricana, Barbara Burke consiguió en Pretoría, la marca de 11,0 seg.
Como se puede deducir la prueba que predominaba eran las medidas por yardas, donde sobresalían en sus ránkings, los nombres más emblemáticos de aquella época como los de la holandesa “Fanny” Blankers-Köen, las australianas Marjorie Jackson, “Betty” Cuthbert, Marlene Mathews, la americana Wyomia Tyus. entre otras destacadas figuras de aquel tiempo hasta llegar al año de 1970, cuando la atleta de (TPE) Chi Cheng, con una marca de 10,9 seg. conseguida en Pórtland, el 13 de junio de 1970, es considerada como la mejor marca mundial.
Con esta nueva plusmarca, se cierra casi por completo el listado de esta prueba, que desde hacía años ya había perdido todo su carisma, dando paso a los 100 metros con medida métrica, como venían reclamando de forma unánimemente, casi todos los países del entorno atlético mundial.
LOS ORÍGENES DE LA PRUEBA DE LOS 100 METROS LISOS
Curiosamente en contraste, con lo que casi siempre era creencia general, de que la cuna de nuestro deporte, eran las Islas Británicas, esta de los 100 metros, nació en los países nórdicos, concretamente en Finlandia, donde una atleta de este país, Aino Rannanpaa ganó una prueba, con un tiempo casi testimonial de 17,4 en Helsinki, el día 16 de mayo de 1902, que muy pronto otras ocho compatriotas suyas, irían mejorando lentamente, con marcas muy discretas, hasta que la aparición de la alemana María Kiessling, señalando un tiempo de 12,8 seg. el 3 de agosto de 1918 en Frankfurt, otorga a esta incipiente prueba, el tono de calidad que tanto necesitaba.
De todas formas esta disciplina tuvo que convivir durante bastantes décadas, con la medida por yardas, pero la presencia de la nueva federación (FSFI), que como ya hizo anteriormente con las 100 yardas, esta reconoce como primera plusmarca mundial con medición métrica, el tiempo alcanzado por la checoslovaca Marie Mejzliková de 13,3/5 en Praga el 5 de agosto de 1922. Mientras todo esto sucedía, la IAAF, que nada quería saber de las evoluciones de las mujeres, bajo su control, se mantenía al margen de todo tipo de plusmarcas mundiales.
Presionada por diferentes estamentos deportivos de muchos países, y por el propio colectivo atlético mundial, encabezado por sus figuras más ilustres, como la americana Mildred “Babe” Didrikson y la japonesa Kinue Hitomi, auténticas luchadoras junto a la presidenta de la (FSFI) la francesa Alice Milliat en busca de la paridad con los hombres en eventos deportivos, la IAAF no tuvo más remedio que dar su brazo a torcer, aceptando como un gesto de buena voluntad, la presencia femenina en los “Juegos Olímpicos de Ámsterdam de 1928”, incluyendo en su calendario de pruebas, cinco competiciones entre las que figuraba la de l00 metros lisos, cuya ganadora fue la americana Elizabeth Robinson que alcanzó la primera medalla de oro, con el tiempo de 12,2 seg. cuya marca compartió, con otras dos atletas canadienses que la acompañaron en el podium, lo que representaba un nuevo récord olímpico, aunque no mundial.
Hay que significar que esta marca solo fue dos décimas inferior a la del ganador de los “Primeros Juegos de Atenas” de 1896, el también americano Tom Burke, que ganó el oro olímpico con la marca de 12,0 seg., Estas marcas de Ámsterdam, no desmerecían de las logradas por los hombres, a la vez que dejaba patente, de lo que en un futuro serían capaces conseguir las mujeres, en otras pruebas atléticas.
EL DESPEGUE DEFINITIVO DE ESTA EMBLEMÁTICA PRUEBA
Una vez expuestos todos los inconvenientes que precedieron a esta extraña discrepancia para oficializar de manera definitiva esta disciplina, la Federación Internacional, aceptó a partir del año 1934 responsabilizarse de todo el control de las mujeres, asumiendo desde un principio, solo algunas disciplinas del calendario atlético.
Una vez alcanzada esta legendaria pretensión, la “Federación Internacional del Deporte Femenino” (FSFI) se disolvió en el año 1938. Alice Milliat, el alma y fundadora de la misma, falleció en París el año 1957, siendo enterrados sus restos en Nantes. Se dice que cada nueva atleta, que llega a participar en unos Juegos Olímpicos, es un homenaje a su memoria.
Pero no sería hasta el año 2001, cuando el atletismo femenino, tuvo por fin incorporadas en su calendario, todas las mismas disciplinas que los hombres, siendo la última, la de 20 km. marcha, cuando se reconoció la marca de la atleta de China, Wang Yan, de 1h.26,22 el día 19 de noviembre de 2001, alcanzada en la ciudad de Guangzhov.
La primera marca mundial oficial reconocida por la IAAF correspondió a la atleta checoslovaca, Stanislawa Walasievwicz, cuando logró en Varsovia, un tiempo de 11,7 el día 26 de agosto de 1934, que abría el camino para otras nuevas atletas, entre las cuales sobresalía por encima de todas, la americana Wilma Rudoph, conocida como la “gacela negra” ganadora de tres oros en los “Juegos de Roma de 1960”, que junto con su compatriota Wyomia Tyus y las polcas Irena Kirszenstein e Irena Szewinska, mantendrían intacto hasta finales de los años 1960, los todos valores olímpicos, que siempre mantuvo esta prueba.
Pero el paso del tiempo, como sucede con muchas otras cosas de la vida, que todo lo cambia, también nuestro deporte tuvo sus innovaciones y sus variantes, cosa que nadie podía prever en aquella época, lo cual cambio todos los hábitos hasta entonces conocidos.
EL COMIENZO DE UN ATLETISMO DIFERENTE
Una de las primeras novedades lo constituyó la fabricación de las pistas de tartán, homologadas por la Federación Internacional, seguida de la aceptación por parte de todas las Instituciones atléticas mundiales, del profesionalismo en todos sus aspectos, lo cual supieron aprovechar positivamente todas las televisiones del mundo, que a su vez supieron imponer sus normas a todos los organizadores de los grandes eventos internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos.
Todo este conjunto de novedades, trajeron consigo, otras ya no tan lógicas novedades, como pueden ser la permisión de los “atletas liebres profesionales” hasta entonces terminantemente prohibido, como así mismo la intromisión de la farmacología, con los problemas que esta conlleva, que desgraciadamente todos conocemos.
A partir de estas nuevas perspectivas, la aparición de nuevas atletas es incesante, como así mismo la continua sucesión de grandes plusmarcas mundiales, sobre todo en la parte oriental de Europa, donde la mirada de todos los ojos del mundo se dirigen a un punto muy concreto de nuestro continente que no es otro que Alemania del Este, donde a partir del año 1970 sus atletas asombran al universo atlético, con marcas impensables de igualar por las velocistas de otros países.
Los nombres de Renate Meissmer, Renate Stecher, Ellen Strophí, Marlies Oeisner, Marlies Görh, son la punta de lanza de esta nueva era de la velocidad femenina, acaparando todos los records mundiales. Todo este dominio, terminó casi al mismo tiempo que la unificación de las dos Alemanias, con la aparición entre otras, de las americanas Evelyun Ashfort y la actual plusmarquista mundial Florence Grifftifh, que con marcas de 10,79 y 10,49 conseguidas los años 1983 y 1988, rompieron definitivamente este dominio tan cuestionado de las atletas de Alemania del Este.
El progreso después de esta oscura etapa, es imparable como lo justifica el hecho, de que cerca de 50 atletas ya han rebajado, la mítica m arca de los 11,0 seg, entre las cuales destacan poderosamente, las atletas de Jamaica Marlene Ottey con 10,74, Kerron Stewart con 10,75 y Shally-Ann Fraser con 10,73, siendo esta última la doble campeona olímpica en Pekín de 2008, y mundial en Berlín 2009, junto a las cuales se añade en los listados mundiales, el nombre de la americana Carmelita Jefer, con una gran marca de 10,64, la segunda mejor de la historia de esta prueba, alcanzada el día 10 de julio de 2009 en Shanghai.
LAS ATLETAS AMERICANAS QUE ROMPIERON LA HEGEMONÍA DE LAS VELOCISTAS DE LA ALEMANIA DEL ESTE
EL PRINCIPIO DE LAS PRUEBAS DE VELOCIDAD EN NUESTRO PAIS
Como en muchas de otras disciplinas atléticas en nuestro país, los primeros movimientos se localizaron en los entornos del País Vasco, Cataluña y Madrid, donde grupos muy reducidos de chicas, siempre animadas y conducidas por personas amantes del deporte atlético, pudieron efectuar sus primeras evoluciones, en aquellas pruebas que se consideraron por aquellas décadas, como las más asequibles para las mujeres. Uno de los grandes inconvenientes con los que tuvieron que enfrentarse, radicaba en la poca credibilidad de los aficionados, que también los había, por considerar que este no era el deporte mas adecuado para ellas.
UNA DE LAS GRANDES Y AUTENTICAS PIONERAS DE NUESTRO ATLETISMO
No obstante estas opiniones, entre otros inconvenientes, como era la falta de instalaciones, y una mínima infraestructura adecuada, hacían muy difícil, la captación de chicas para poder practicar este deporte.
El primer nombre que aparece en los listados de marcas en esta distancia de los 100 metros lisos, se remonta hacía el año 1931 sobre la distancia de los 80 metros lisos cuando en Barcelona, María Rosa Castelltort vence con una marca de 11,1 seg., para realizar unos meses más tarde, lo mismo en los 100 metros lisos, donde consigue la mejor marca española con un tiempo de 11,8 el día 1 de noviembre del mencionado año.
Muy pronto siguen su estela otras chicas como Emilia Trepat, Carmen Ribé, Aurora Villa, Carmen Pérez, María Morros y Antonia Eguiluz, también en la década de los años de 1930, a las que se unirían más tarde otras atletas del norte de España, con lo cual la actividad aunque en precario, ya estaba marcando un camino, que se paralizó bruscamente, con el estallido de nuestra Guerra Civil en el año 1936.
Una vez finalizado nuestro conflicto bélico, salvo alguna esporádica actuación en los años 40, el atletismo femenino español, estuvo silenciado hasta la entrada de los años de 1960, donde nuevamente se vuelve a empezar de cero, a partir de las primeras evoluciones de Eva Gosse, Ana María Gisbert, Carmen Ruiz y María Luisa Consegal, consiguiendo esta última en el Estadio de Montjuic Barcelona, un tiempo de 13,6 considerado oficialmente, como la primera plusmarca española, el día 13 de octubre de 1960, que dos años más tarde en Vigo, tendría el honor de ser la primera mujer española en bajar de los 12,0 seg., defendiendo los colores del Club Hispano Francés de Barcelona.
Sobre la aparición de María Luisa Consegal, mucho tuvieron que ver sus padres, María Luisa Oliveras y Miguel Consegal, grandes referentes del atletismo catalán y español, los cuales inculcaron a sus otros hijos, Miguel y Javier, como estos más tarde a sus hijos, la importancia de la practica deportiva, como un elemento básico para su propia formación como personas, tanto fuera como dentro de las pistas de competición.
Hay que dejar constancia que la dinastía Consegal siempre será un referente histórico de nuestro deporte. Todos ellos una vez finalizad su actividad competitiva, se involucraron en tareas de formación atlética, desde diferentes estamentos ya fuera federativos, directivos de clubes, entrenadores, jueces o cronometradores.
Todos ellos, siempre siguieron aportando sus sabios conocimientos, para todas las nuevas promociones, que iban surgiendo por todo el ámbito atlético de Cataluña, con lo cual nunca decayó su aportación al atletismo catalán y español.
SE CONSOLIDA El ATLETISMO FEMENINO
Una vez definitivamente rotos, muchos de los “tabús” que injustamente tuvieron que soportar nuestras atletas en esta segunda etapa de consolidación, muy pronto empezaron empezaron a surgir por todo el ámbito español, los nombres de Emma Albertos, María Elena Souto, María Luisa Orobía, Blanca Miret, Isabel Montañá, que entre otras chicas, fueron allanando un camino hasta finales de 1960, para la integración de nuevos nombres que a su vez, también marcaron otra nueva época, muy diferenciada de las anteriores, con una nueva estructura tanto de equipamientos como técnica.
La aparición de las nuevas pistas de tartán, que tanta influencia han tenido para elevar nuestros listados de marcas, fueron un acicate más, para la incorporación de nuevos nombres, como la emblemática Rosa María Colorado, Pilar Fanlo, Elia Cifuentes, Olga Martorell, Lourdes Valdor que fueron junto con Teresa Rioné y Sandra Myers, las dieron definitivamente el tono de calidad, que durante tantos años persiguió nuestro atletismo femenino.
Actualmente la presencia de las atletas africanas, Glory Alozie, Josephine Onya, conjuntamente con la colombiana Digna Luz Murillo, nacionalizadas e integradas a nuestro país, han motivado un poco más si cabe, la rivalidad deportiva que siempre ha existido entre nuestras velocistas.
LA MEJOR VELOCISTA ESPAÑOLA DE LA HISTORIA
DOBLE CAMPEONA OLÍMPICA Y MUNDIAL EN PEKÍN, 2008 y BERLÍN, 2009
LA LLEGADA DE LOS 100 METROS LISOS EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ROMA DE 1960
Barris.org. Referentes históricos de los 100 metros lisos femeninos: una prueba medida por dos sistemas diferentes, España. Recuperado de: http://www.barris.org/index.php/es/pruebas-historia/96-espanol/espanol-pruebas-historicos/240-100-metros-femenino