FUENTE: Barris.org

Copia de la escultura del
discóbolo de Mirón, en torno al año 455 a.C.

Los primeros referentes de esta prueba, datan del principio de los Juegos de la Antigüedad, los años 776 a.C. donde el lanzamiento del disco, enmarcado en el conjunto de pruebas, que conformaban el Pentatlon, considerada por excelencia, como la competición más completa y más seguida, por la población griega.

En aquellos ancestrales tiempos, este lanzamiento considerado, como uno de los más antiguos, aún carecía de una base técnica de lanzar, por lo cual es difícil valorar distancias, marcas y nombres históricos, de aquellos primeros lanzadores.

Aunque todo son conjeturas, y sin una base exacta de lo que sucedía en aquella época, si es cierto que existen documentos, que nos hablan de que el peso y tamaño de los discos, todos de bronce, variaban considerablemente sus características, según las épocas de unos Juegos a otros.

Su medida y peso oscilaban, entre un kilo y medio, hasta tres o cuatro kilos, incluso en algún caso existe   la evidencia, de que alguno podía llegar hasta los seis kilos. Su base de lanzamiento, era una zona de tierra en forma rectangular, enmarcada por sus partes laterales y frontal, para dejar libre la parte posterior, en cuanto a su longitud se refiere.

 

 

Siempre que se mezcla la historia con la leyenda, surgen las dudas de la veracidad de lo que realmente sucedía en aquellos siglos. Un hecho dado como real, por muchos historiadores, dice que en los primeros Juegos Olímpicos, los lanzamientos se realizaban con los discos más livianos, y a medida que transcurrían los tiempos, se utilizaban los más pesados.

Toda esta frenética actividad deportiva, que tenía muchos y diferenciados fundamentos, se vino abajo con la aparición de los romanos, los cuales junto con su religión y su marcado concepto del mercantilismo, lo que menos les importaba eran los Juegos, que fueron perdiendo su fulgor y su pureza, para alejarse cada vez más de los valores olímpicos, que desde un principio inspiraron su practica.

Fue el Emperador Teodosio I el Grande, quien los abolió por completo en el año 394 de nuestra era, aduciendo que el deporte era un culto al cuerpo humano, no admitido por Roma, además de considerar que se trataba de unos juegos paganos, que solo podían traer la desgracia y la destrucción de su Imperio.

A partir de aquí desapareció todo. Las inclemencias meteorológicas, los terremotos, los desbordamiento de ríos, los saqueos por parte de la población… arrasaron totalmente el Valle Sagrado de Olimpia, el cual después de más de 1200 años, de intensa actividad deportiva, quedó sumergido durante 800 años, en el silencio más absoluto.

LOS PRIMEROS PASOS PARA LA RECUPERACIÓN

Una vez explicado casi telegráficamente, esta obligada introducción histórica, se puede asegurar, que no sería hasta finales del Siglo XIX, cuando el francés Pierre de Coubertín, escuchando a los grandes historiadores del olimpismo de varios países, empezaron a proyectar la recuperación aquellos lejanos juegos de la antigüedad, considerados unánimemente por todos, como la cuna del deporte actual. Aquí empezó a tomar forma este gran reto, que no tardaría muchos años en convertirse en una realidad.

El americano Robert Garret, primer Campeón Olímpico en Atenas-1986

Como no podía ser menos y centrándonos en el histórico de este lanzamiento, el primer ensayo se organizó en Estados Unidos, donde en los Campeonatos de la Universidad de Harvard , un americano Charles Hayden, lanzaba en la ciudad Cambridge/MA, hasta una distancia de 24.99 metros el 22 de mayo de 1882.

Con la inminente organización de los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896, todos los ojos del mundo, estaban enfocados hacía la capital griega, donde se produciría la primera constancia de esta recuperación, cuando un ciudadano griego Panayiótis Paraskevópoulos, lanzó el artefacto de 2 kilos, a la distancia de 27.81 metros, en un círculo reglamentario de 2.50 metros marca que mejoraría en varias ocasiones, hasta llegar a los mencionados Juegos, donde aparecería el primer campeón olímpico de la historia moderna.

Este honor correspondería a Robert Garret, cuando el 6 de abril de 1986, lanzaría el disco, hasta 29.15 metros seguido del mencionado atleta griego, que con un tiro de 28.95 metros le permitiría alcanzar, la medalla de plata. La cronología no hizo nada más que comenzar.

 

LA CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA DE ESTE LANZAMIENTO

Como siempre suele suceder en todos los Juegos, el vaivén de marcas por todos los países fue constante. Muy pocos meses después de finalizados los de Atenas, la superación de registros sería constante. El griego Sotirios Versis, los americanos John J. Flanagan y Richard Sheldón, superaron muy pronto el lanzamiento de Robert Garret, a los que adhiere otro americano, Charles H. Henneman, que con un lanzamiento de 36.19m,logrado en Nueva York el 28 de agosto de 1897, consigue ser nominado como mejor lanzador de este histórico Siglo XIX.

En estas épocas, siempre se hablaba de mejores marcas y plusmarcas olímpicas, pero nunca mencionando un récord mundial, dado que en estos años, todavía no existía la Federación Internacional de Atletismo IAAFla cual vio por primera vez la luz, con motivo de los Juegos Olímpicos de Estocolmo de 1912, cuando en su congreso con esta finalidad, salió elegido como primer presidente, el sueco J. Sigfrid Edström que dirigió la federación hasta el año 1946.

Mientras se esperaba esta decisión, el movimiento atlético no cesaba un solo instante. La aparición de los atletas americanos, que además de constante, era de gran calidad, fueron los que dieron el tono excepcional, que esta histórica prueba merecía.

Se podría citar varios nombres, que contribuyeron a dar lustre a este lanzamiento, donde sobresalía en aquellos años con luz propia, el mítico discóbolo americano Martín J. Sheridan, el cual ejerció un dominio absoluto, entre los años de 1901 hasta 1909, rebajando durante este periodo, hasta 18 veces su propia marca personal, que también eran las mejores mundiales. Este gran atleta, se coronó con las Medallas de Oro en los Juegos Olímpicos de Louis en 1904 y en Londres en 1908.

Martín J. Sheridan en los Juegos de Londres

Pero, Martín J. Sheridan, ya en las postrimerías de su dilatada trayectoria atlética, no pudo ver cumplido su sueño, de ser reconocido como primer plusmarquista mundial, título que merecía sobradamente, por su largo y brillante historial. Este honor le correspondió a un compatriota suyo James H. Duncan, cuando realizó en Nueva York, un tiro de 47.58 metros el 27 de mayo de 1912, una vez constituida, como queda explicado, la Federación Internacional.

A partir de este momento, y provocado por la Primera Guerra Mundial, que ya se avecinaba, todas las actividades deportivas en Europa, quedaron paralizadas, incluida la Olimpiada de 1916, que fue concedida a Berlín. Esta designación, siempre se contabilizó por parte del CIO en su cronología de Juegos Olímpicos, pero la verdad, es que nunca llegó a celebrarse.

No sería hasta los Juegos de Amberes de 1920, cuando volverían a resurgir, algunos de aquellos atletas, que vieron frenada su trayectoria deportiva, pero con la suerte de haber podido salvar su vida, cosa que desgraciadamente, no sucedió con algunos de aquellos míticos campeones.

Con la reanudación de los acontecimientos olímpicos, la hegemonía de esta prueba, fue cambiando constantemente. De aquel dominio arrollador de los Estados Unidos, se pasó a un dominio alterno con los países del Este de Europa, los cuales en muy pocos años, tal como sucedió con el lanzamiento del peso, acapararon todas las plusmarcas mundiales, con registros de una calidad, inimaginables.

Pero décadas antes de llegar a este problemático tema de la Alemania Oriental, el listado de nombres ilustres en esta prueba, era verdaderamente espectacular. Ya en los años de 1930 y 1940, a pesar del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, los nombres del americano Eric Krenz, primer atleta en traspasar la distancia de los 50 metros y del italiano Adolfo Consolini, primer atleta de un país del mediterráneo, en alcanzar un récord mundial y una Medalla Olímpica, fueron considerados como los antepasados más importantes, de esta denominada época moderna, para dar paso a los mejores especialistas mundiales.

El italiano Adolfo Consolini-1949

Adolfo Consolini, toda una leyenda del deporte italiano, fue durante la década de 1940 un avanzado de lo que llegaría detrás de él. Durante este decenio, ejerció un dominio total con la consecución de la plusmarca mundial, en los años de 1941-1945 y 1948, consiguiendo en Milán su mejor marca de 55.33 metros, el día 10 de octubre de este mismo año. Pero el día cumbre de su carrera, lo alcanzó al conseguir la Medalla de Oroen Los Juegos de Londres de 1948.

Unas décadas más tarde, entre 1960 1980, es la época donde siguen apareciendo los grandes especialistas e impulsores de esta prueba, siempre bajo las técnicas más avanzadas, que responden a los nombres de Richard Babka, Jay Silvestre, Alfred Oerter, Simeón G.Iness, Ben PlucknettLudivk Danet y Malcon M.Wilkins, primer atleta en lanzar más allá de los 70 metros, poseedores de casi todos ellos, de varias plusmarcas mundiales y títulos olímpicos.

Pero con la llegada de la década de 1980, todo se acabó. Fueron unos años de mucha confusión e incertidumbre, donde los nuevos métodos de preparación en algunos países de la Europa del Este, motivaron que nuestro deporte, fuera perdiendo paulatinamente en casi todas sus vertientes, aquellos valores más puros, que siempre, presidieron su práctica atlética.

No tardaron en aparecer, casi sorpresivamente, otros nuevos atletas, como Laos Reídle, Virgilijus AleknaJürgen SchultRolf Dannenberg, que junto otros lanzadores, crearon lo que mucha gente entendió y propago de forma gratuita, como “la época dorada” de esta prueba.

Si damos un repaso al listado “All” Time” insertada al final de este documento, observaremos que el 90% de estos atletas, son originarios de la Alemania Oriental, incluyendo al actual plusmarquista mundial Jürgen Schult, que con su fabulosa marca de 74.08 metros marcó un límite, casi imposible de superar, por ningún atleta del mundo.

Cómo siempre, cuando se habla de esta región europea, las opiniones, sobre la filosofía y los sistemas de preparación deportiva, continúan siendo muchas, con variados y diferentes comentarios, de lo realmente sucedió en aquellos años.

Cómo casi siempre sucede, cuando se intentar profundizar sobre la filosofía y los sistemas de preparación deportiva en este sector de Europa, siempre surgen las opiniones y comentarios de todo tipo, que todavía hoy no están demasiado claros, de lo que realmente sucedió en aquellos años.

Pero mientras los estamentos oficiales, no digan lo contrario, después de tres décadas de dudas, se tienen que aceptar y dar como válidos, todos aquellos registros homologados, procedan del país que sea, que actualmente están insertados en los ránkings internacionales.

DOS LANZADORES QUE MARCARON UNA ÉPOCA

LAS PRECARIEDADES EN ESPAÑA DE ESTA PRUEBA

En nuestro país, como ya queda explicado en anteriores documentos, cuando hablamos de nuestra integración al atletismo internacional, esta siempre fue muy difícil. Durante los años del despegue mundial del deporte atlético, nuestro país aún estaba inmerso dentro un sistema político muy complicado, en el cual las ayudas estatales, tenían en aquellos momentos, un destino muy alejado del deporte. No se puede olvidar que antes y después de nuestra contienda bélica, había temas muy urgentes por resolver, para que nuestra sociedad, pudiera continuar andando hacía adelante.

El vasco José Luis Celaya en Tolosa. Campeonato de España en 1935

Sólo el entusiasmo y el trabajo de mucha gente, como antiguos atletas, dirigentes, entrenadores y algunos medios de comunicación, hicieron posible que poco a poco, se fuera creando, aunque fuera en precario, una mínima estructura, aunque si suficiente, para poder empezar a trabajar en busca de la mejora de nuestro atletismo.

Seria a partir de los años 1949-1950-1960 cuando comenzaron a sonar algunos nombres, que con el paso de los años serian reconocidos como los auténticos pioneros, de una especialidad, que todavía estaba en pañales, pero que ya empezaba a dar señales de vida, en los escasos festivales atléticos que se iban organizando en nuestro país.

El retraso era abismal, pero la actividad no se detenía y poco a poco iba en aumento. Los legendarios e inolvidables nombres de José Luis Celaya, Félix Erausquin, José Luis Torres, Alfonso Vidal-Quadras, Pascual Banzo y un poco más tarde, Miguel de la Quadra-Salcedo, fueron el ejemplo seguir.

 

 

Miguel de la Quadra Salcedo en Barcelona, el año 1959

Como también sucedió, con el lanzamiento de peso, nuestro retraso, cuando lo queríamos comparar con el resto de otros países, todavía continuaba estando muy lejos, pero el relevo continuaba su marcha hacía adelante. Los David Martínez, Sinesio Garranchón, Carlos Esparza, fueron entre otros, los que empezaron a dar muestras de su calidad, abriendo paso al actual plusmarquista español Mario Pestano, que al igual que sucedió con Manuel Martínez en peso, supieron elevar el nivel del disco en el entrono internacional, que desde décadas se anhelaba alcanzar.

Un ejemplo de esta aseveración, la tenemos en el caso de Mario Pestano. Si queremos comparar su actual marca de 69.50 metros, con el año que pudo haber sido plusmarca mundial absoluta, tendríamos que remontarnos al 24 de abril de 1976, cuando el americano Malcom M. Wilkins, tenía el récord del mundo, con un registro de 69.18 metros alcanzado en la ciudad de Fresno. O sea unos 40 años de retraso, pero ya en consonancia con el lugar que le corresponde.

 

El actual plusmarquista mundial, Jürgen Schult en 1986

El atleta canario Mario Pestano, el indiscutible plusmarquista español, de lanzamiento de disco

Barris.org. Los referentes históricos del lanzamiento de disco: los orígenes más remotos de esta especialidad. España. Recuperado de: http://www.barris.org/index.php/es/pruebas-historia/96-espanol/espanol-pruebas-historicos/380-lanzamiento-disco-masculino