FUENTE: Real Federación Española de Atletismo

Los primeros deportistas olímpicos españoles compitieron a título individual en los Juegos de París de 1900. Al regreso de los Juegos a Europa después de Saint Louis, ya para los Juegos intercalados de Atenas en 1906, el Comité Organizador envió al Marqués de Cabriñana una invitación que incluía alojamiento gratuito para veinte participantes españoles. Sin embargo, nadie acudió a la cita, ni tampoco se participó en los de 1908 ó 1912. La primera intervención de una representación institucional española se produjo en los Juegos de Amberes de 1920. Nuestros deportistas compitieron en atletismo, fútbol, natación, polo, tenis, tiro y waterpolo, alcanzando las primeras medallas, ambas de plata, en fútbol y en polo.

Pero aquí, naturalmente, nos centraremos en el atletismo. La temporada atlética se había visto muy afectada por la previsión de la participación en los Juegos, que llevó consigo la celebración de varios concursos de preparación, en los que se batieron numerosos récords de España. El Campeonato nacional se celebró en San Sebastián los días 24 y 25 de julio, y allí se cerró la selección española, compuesta por catorce deportistas que compitieron en doce pruebas. Además la necesidad de garantizar la participación española en Amberes obligó a formalizar la constitución de la Federación Española que se había acordado meses antes, y a su inmediata afiliación a la Internacional.

La primera intervención notable de los atletas españoles se produjo en el desfile inaugural. Durante mucho tiempo se ha discutido quién fue el primer abanderado de nuestra historia olímpica. Pues bien, la investigación del historiador Fernando Arrechea ha acreditado que fue el cuatrocentista José García Lorenzana, que alternó la práctica del atletismo con la del boxeo. Su actuación en Amberes como veremos fue breve, como en el atletismo en general pues al año siguiente se retiró con sólo 21 años, con dos récords de España de 400 metros en su historial, precisamente en dos de los concursos de selección olímpica. También logró un título de campeón nacional, el de salto de altura sin impulso en 1919.

Vayamos con las actuaciones de los españoles en la competición. En velocidad se participó en el relevo 4×100 metros, y como lógica consecuencia y aprovechando que aún no existía el límite de tres atletas nacionales por prueba, hubo abundante representación en los 100 y en los 200 metros. El relevo fue formado por Félix Mendizábal, Diego Ordóñez, Jaime Camps y Federico Reparaz, y les tocó competir en la primera de las tres eliminatorias. En cada una se clasificaban los dos primeros equipos, y los nuestros quedaron en tercera posición, tras Estados Unidos -a la postre campeón con nuevo record mundial- y Luxemburgo, mientras que Noruega e Italia, que también habían quedado por delante de España, eran descalificadas. En honor de nuestros relevistas diremos que su tiempo, si bien oficioso, fue de 44.6, cuando el record de España era de 47.4.

En los 100 metros lisos intervinieron Mendizábal, Ordóñez, Camps y Carlos Botín. Los tres últimos fueron eliminados en sus respectivas series, en cada una de las cuales se clasificaban los dos primeros. De ellos el de carrera más atípica fue Jaime Camps, que era un oficial del Ejército destinado en San Sebastián. Quedó subcampeón de España en los campeonatos celebrados en la propia capital donostiarra, y esta actuación le llevó a los Juegos. Al año siguiente cayó en el desastre de Annual, siendo el primer olímpico español que fallecía.

Pero el sprinter más destacado fue Mendizábal. Quedó segundo en la cuarta eliminatoria, tras el australiano Hunt, y repitió puesto en el segundo cuarto de final, tras el británico Hill, clasificándose así para las semifinales. En cada semifinal corrieron cinco atletas, y en la primera los tres clasificados para la final fueron el británico Edward y los norteamericanos Scholz y Kirksey, mientras quedaban eliminados el sudafricano Oosterlaak y Mendizábal. Su quinto puesto en la semifinal es todavía hoy el mejor resultado olímpico conseguido por un español en los 100 metros.

En los 200 metros corrieron Ordóñez, Mendizábal, Reparaz y Carlos Pajarón, pero cayeron todos en la primera eliminatoria, víctimas del duro sistema que sólo clasificaba a los dos primeros, pues Ordóñez, Mendizábal y Pajarón quedaron terceros en las respectivas series. Hay que destacar de nuevo a Mendizábal, que registró unos oficiosos 23.2, cuando el record de España era 23.4.

La velocidad prologada vio a Miguel García y José García Lorenzana. Este, el abanderado, quedó eliminado en la serie de 400 metros, pero en cambio el guipuzcoano Miguel García superó la suya al quedar segundo tras el belga Morren. En el cuarto de final, donde pasaban los tres primeros, fue cuarto superando al británico Worthington-Eyre. Como en el caso de Mendizábal, y pasado un siglo, se trata todavía del mejor puesto de un español en los 400 metros olímpicos. También en 800 metros pasó la primera ronda, al quedar tercero, y fue después sexto en la primera de las tres semifinales. También participó en 800 metros José Luis Grasset, pero cayó en la eliminatoria.

En las pruebas largas el joven Juan Muguerza participó en 1.500 y 5.000 metros. En la eliminatoria de 1.500 era todavía primero a falta de 60 metros, pero se hundió al final, llegando sexto cayendo sobre la meta y perdiendo el conocimiento; puesto que se elevó después a quinto porque el estonio Willemson fue descalificado por molestar al francés Leray. Este, que llegó después de Muguerza, fue autorizado a correr la final. Hay que señalar que los resultados no recogieron a nuestro atleta, pero la evidencia fotográfica es clara. Dos días antes, el guipuzcoano había corrido la serie de 5.000 metros, en la que fue eliminado al quedar sexto, mientras que Diodoro Pons abandonó en esa misma eliminatoria, y quedó después octavo en la de 10.000.

El único participante en concursos fue el lanzador Ignacio Izaguirre, que fue eliminado en calificación tanto en peso como en jabalina. Mucho mejor resultado tuvo nuestro primer marchador olímpico, Luis Meléndez. La prueba olímpica era a la sazón los 10.000 metros, y nuestro representante se clasificó quinto en la primera serie, consiguiendo así un español por primera vez la clasificación para una final olímpica. En esta, para la que se clasificaron doce marchadores, abandonó. La participación española se completa con la prueba de cross, sobre 8 kilómetros, en la que Julio Domínguez se clasificó en el puesto 25.

En conjunto fue una actuación que dejó a la vista la distancia que había entre nuestro atletismo y el internacional. Pero fue un primer paso en un siglo que habría de ver grandes cosas que entonces no se podían imaginar.

Etayo, José Javier (13 de mayo de 2020). El atletismo español en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920. RFEA, España. Recuperado de: https://rfea.es/web/noticias/desarrollo.asp?codigo=12671#.Xr2__mgzaM8