FUENTE: Barris.org
Los orígenes de esta espectacular prueba fueron como en tantas otras disciplinas atléticas las Islas Británicas, siendo muy frecuentes a mediados del siglo XIX las carreras hípicas que se celebraban en campo abierto por los pequeños poblados que había diseminados, entre los verdes prados de los condados ingleses.
Estos desafíos han sido considerados como el primer paso y referente para que estas pruebas hípicas se convertiran en competiciones pedestres, tanto de campo a través, (cross country) como en pistas atléticas (steeplechase).
Estamos hablando de mediados del año 1850. Por lo que todo aquello que se refiera, a nuestro deporte atlético en aquellas épocas, tienen sus anécdotas y sus pequeñas historias, no siendo ajena a ella esta de los 3000 metros obstáculos.
Desde un principio, estos desafíos muy populares en aquellas décadas, contaban con una masiva masa de seguidores, que aprovechaban estos eventos para hacer sus tradicionales apuestas, a las que tan adictos eran.
El correr a caballo por aquellos prados y bosques sorteando, todo tipo de desniveles, pequeñas lomas, arroyos, etc. no solo era un atractivo espectáculo, sino que muy pronto se convirtieron en auténticos retos, entre diferentes clubes, de los que solo los más osados se arriesgaban a participar. Es a partir de esta época cuando las carreras a pié, junto a otros eventos atléticos, encuentran su punto de partida.
Si nos detenemos por un instante, en las mencionadas pruebas hípicas, hay que conocer que cuando las distancias eran de cierta consideración, los jinetes tenían como guía para orientarse, las cúpulas de los campanarios, de las iglesias que se encontraban en sus recorridos, dado que al sobresalir por encima de las pequeñas colinas que había por aquellos parajes, les facilitaban por su fácil visualización, el camino más corto para llegar al punto final de la competición.
Si a estos pináculos que en lengua inglesa, se denominan “Steeple”, le añadimos la palabra “chase”, entenderemos mejor, porque que se asocia a las pruebas de los 3000 metros obstáculos, la de los “3000 metros steeplechase”, tal como son conocidas en casi todos los programas atléticos internacionales. Esta podría ser una, de las primeras anécdotas.
La segunda viene dada por la participación en uno de estos desafíos, de un jinete que al intentar salvar uno de los numerosos obstáculos que encontró por el camino, salio despedido bruscamente de su montura, para caer aparatosamente al suelo con su cuerpo lleno de moratones, a la vez que maldecía y juraba que nunca más, volvería a montar, en uno de estos tercos “potrancos”.
LOS INICIOS DE ESTA ESPECTACULAR PRUEBA
Este joven cuyo nombre era Halifax Wyatt, estudiante de la Universidad de Oxford, propuso a sus colegas, realizar estas mismas competiciones, corriendo a pié, con la variante de poner obstáculos artificiales, como podían ser vallas o troncos, en diferentes tramos de su recorrido.
Después de varios ensayos, definitivamente el año 1864, en el poblado de Bisney en Oxfordshire, esta novedosa especialidad, que precisamente ganó este mismo estudiante en competencia con sus eternos rivales deportivos, de la Universidad de Cambridge, sobre una distancia de unas dos millas 3218,7 metros) aproximadamente. No es aventurado decir, que con ella nació una nueva especialidad para nuestro deporte atlético.
Aunque de forma esporádica, esta prueba se iba programando poco a poco en los festivales atléticos en pista, aunque sin foso de agua y con distancias muy dispares entre sí, además de una dudosa exactitud referente a su longitud y a la altura de los obstáculos, por lo cual cada competición tenía sus propias características, por pistas de ceniza y otras veces por el césped.
Pero no sería hasta el día 7 de julio de 1900, cuando un inglés Sydney Robinson, establecería la mejor marca mundial oficiosa, al conseguir en Londres, un tiempo de 11,18”8, para una distancia de dos millas, sin foso de agua, pero con 12 pasos de vallas.
SE INTENTA UNIFICAR LAS REGLAS DE ESTA PRUEBA
Con la recuperación de los “Juegos Olímpicos de la “Era Moderna” y el asesoramiento del Comité Olímpico Internacional, esta prueba se fue conformando, pero no con la rapidez que todos deseaban. Es obvio decir que desde un principio, fue aceptada por todos pero las divergencias cada vez eran mayores.
Solo con decir que de las cinco primeras ediciones de los Juegos, cuatro de ellas, fueron sumamente polémicas, ya nos da una imagen más que suficiente para entender, lo difícil que sería llegar a un acuerdo entre los organizadores de las mismas.
En los desastrosos “Juegos de París de 1900” se disputaron dos pruebas, con obstáculos, siendo una de ellas sobre la distancia de 2.500 metros, con 13 pasos de vallas, pero sin foso de agua, que ganó el canadiense George Orton con 7,34”4. En la otra, sobre una distancia de 4000 metros, el triunfo fue para el francés Jean Rimmer con 12,58”4.
En los “Juegos de Sant Louis 1904”, con otro desastre de organización, esta prueba sobre una distancia de 2500 metros, tuvo 12 pasos de vallas, por 5 del foso de agua, donde el medio fondista americano Jim Lightbody, ganó su segunda medalla de oro en unos Juegos con la marca de 7,35”6.
Un ejemplo del volumen de las divergencias, que hubo sobre esta prueba la tenemos, que mientras unos querían que se disputara por fuera de la pista de ceniza, o sea sobre la hierba, los otros la querían por dentro. Tampoco lo tenían claro donde se ubicaría el foso del agua. Como se puede observar por esta histórica fotografía, insertada unas líneas más abajo en este documento, sobran los comentarios.
Por último, en los siguientes de Londres de 1908, sobre 3200 metros, con 18 obstáculos y 6 veces el foso, el vencedor fue el inglés Arthur Russell, con un tiempo de 10,47”8. Como puede comprobarse, tampoco había unanimidad por ningún lado, a la hora de establecer unas reglas que fueran válidas para todos los Juegos.
En cada olimpiada se cambiaban las reglas, por lo cual en los siguientes Juegos programados para celebrar en Estocolmo en 1912, se decidió, con buen criterio, no celebrarlos para evitar agrias discusiones, que en nada favorecían al movimiento olímpico.
Una marca que posteriormente llamó la atención de todos los aficionados, fue la conseguida, precisamente por el atleta sueco, Josef Ternström,un posible ganador en los mencionados Juegos de Estocolmo, al lograr en la ciudad de Malmö, 2 años mas tarde, la marca de 9,49”8, el 4 de julio de 1914., reconocida posteriormente por la IAAF, como la mejor marca mundial, aunque no como récord absoluto.
A causa del paréntesis provocado por la “Primera Guerra Mundial”, la cronología de esta disciplina, no se pudo reemprender, hasta los Juegos de Amberes de 1920, una vez que el COI y la IAAF, establecieron de forma oficial, la normativa adecuada que debía tener esta prueba para poder reconocer las marcas, que en su momento deberían figurar en los listados de mejores marcas internacionales.
A partir de este instante se abrió una etapa de pleno dominio nórdico, especialmente finlandés, que se mantendría durante seis olimpiadas consecutivas hasta los “Juegos de Londres de 1948” ,para después de varias alternancias en la posesión de mejores marcas mundiales, entre atletas de diferentes países, llegar a la definitiva decisión de la IAAF,para homologar a partir del año 1954, todas aquellas marcas que pudieran ser consideradas como récords mundiales, si se cumplían con los requisitos legales.
COMIENZA LA ERA OFICIAL DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL
Hay que conocer, que las marcas que se alcanzadas en pistas de 500 metros, como las de Barcelona o Colonia, como así mismo las de París,con alguna de 450 metros, los pasos de las vallas y del foso de agua, no siempre eran iguales para todos, por lo cual los registros siempre tenían un valor muy diferenciado según los estadios, donde se solían celebrar estas competiciones.
Después de una etapa de total dominio nórdico (1924 a 1948), con los finlandeses Ritola, Loukola, Iso-Hillo, el sueco Sjöstram y así mismo en alguna ocasión, del legendario Paavo Nurmi, se entró en otra época donde el dominio en esta especialidad se repartió, hasta el año de 1968, entre atletas de diferentes países europeos, que alcanzaron plusmarcas y títulos olímpicos, con marcas que ya empezaban a tener una relevante calidad.
Fue a partir del año 1954 cuando se decidió, que solo se homologarían las plusmarcas, que se obtuvieran en pistas de 400 metros, con 28 pasos de vallas y 7 del foso de agua, con una altura de los obstáculos, de 0,914, para todas las competiciones internacionales.
La primera plusmarca aceptada por la IAAF correspondió al atleta húngaro Sándor Rozsnyói, cuando en la ciudad de Berna, alcanzó la marca de 8,49”6, el día 28 de agosto de 1954, con motivo de los Campeonatos de Europa. Este gran atleta tuvo dos años más tarde, dos grandes decepciones, durante los “Juegos Olímpicos de Melbourne” de 1956.
LA FINAL OLÍMPICA MAS CONFLICTIVA DE LA HISTORIA
Una, la más importante, la invasión de su país por las tropas rusas, con la incertidumbre de lo que les podía suceder a sus familiares. La otra, el deterioro de toda la ilusión puesta después de largos periodos de preparación, ante la posibilidad de alcanzar el galardón más grande, que puede desear un atleta que no es otro, que coronarse como campeón olímpico como todos los entendidos vaticinaron.
De todas formas a punto estuvo de colgarse la medalla de oro, en un apretado coco a codo con el noruego Ernst Larsen, que a punto estuvieron de tropezar, teniendo que dejar libre la parte izquierda de la pista para que esto no sucediera, lo cual aprovecho para colarse, según dijeron de forma irregular, el atleta inglés Chris Brasher, que llegó primero a la meta.
Este final tuvo su polémica, por unas protestas que motivaron la descalificación del inglés, que gracias al propio Rozsnyói, cuando expuso que no hubo tal irregularidad, con lo cual el jurado no tuvo más remedio que rectificar para proclamar al atleta británico, como legítimo vencedor, siendo la medalla de plata para el atleta húngaro y la de bronce para el noruego Ernst Larsen. Con este triunfo, los ingleses recuperaron la hegemonía que siempre, según ellos, les correspondía.
Se debe decir, que en señal de protesta por esta invasión, tanto España, como Holanda renunciaron a estar presente en estos Juegos, mientras que Hungría, la nación agredida, no faltó a la cita olímpica. Los perjudicados los deportistas, que a priori teníamos la posibilidad, de estar presentes por primera vez, en unos Juegos Olímpicos. Pero sin duda aquellos eran otros tiempos…
CUANDO ESTA PRUEBA ALCANZA SU MÁXIMO ESPLENDOR
Pero fue en los Juegos de México del año 1968, cuando hicieron su aparición los atletas africanos con el keniata Arnos Biwott, que ganó por primera una medalla de oro de esta prueba, en unos Juegos Olímpicos, con el registro de 8,51”02.
Para darnos una idea de la abrumadora superioridad de los atletas africanos en esta disciplina, la encontraremos entrando en los listados internacionales, donde veremos que de las 10 últimas olimpiadas disputadas, desde los Juegos de la capital mejicana, 8 fueron para los especialistas del mencionado continente africano.
Pero aún hay más. Si entramos en el ránking mundial “All Time” encontraremos, que entre los 10 primeros clasificados 8 también son atletas del mismo continente y del mismo país de Kenia, que dominaría a partir de este punto, absolutamente todas las grandes competiciones internacionales.
Igualmente si hablamos de los Campeonatos Mundiales, encontramos, que de las 12 ediciones celebradas hasta la fecha, 10 de los vencedores, vuelven a ser atletas de Kenia. Hablar de nombres sería interminable. Solo con visualizar las tablas estadísticas, insertadas al final de este documente, son la prueba más elocuente, para conocer con todo detalle este gran dominio que ejercen actualmente los atletas africanos.
ESPAÑA TAMBIÉN ESTÁ PRESENTE EN ESTA PROGRESIÓN
Nuestro país como ya es tradicional, empieza a enseñar su identidad atlética cuando hablamos de estadísticas, que no es otro que un considerable retraso que en algunas disciplinas es abismal, lo cual provoca en determinadas épocas, su inexistencia en cualquier ránking allende nuestras fronteras.
Después de unos primeros movimientos, alrededor de los años 1920 y 1930, documentados por el norte de nuestro país y Cataluña, la primera referencia lo podemos fijar en el atleta aragonés Ángel Mur, cuando fue reconocido por la Federación Española, como primer plusmarquista español, por su marca de 9,46”0 conseguida en el Estadio de Montjuic de Barcelona, el día 10 de junio de 1934.
LOS PIONEROS EN ESPAÑA DE DOS ÉPOCAS MUY DIFERENCIADAS
Solo una década más tarde empiezan a surgir los nombres del madrileño Antonio Goméz Urtiaga, del catalán adoptivo Constantino Miranda, un atleta oriundo de La Rioja, que consiguió marcas muy aceptable en los años de 1940-50, lo cual le valió para estar presente en los “Juegos Olímpicos de Londres de 1948”, con un destacada actuación en la final de los 3000 metros Steeplechase, en la cual hubo un detalle que no pasó desapercibido, para nadie del gentío que llenaba el estadio.
Sucedió que un atleta que iba delante suyo, cayó al suelo lo que le indujo a pararse para ayudarle a levantarse y continuar, lo que le valió la ovación de la jornada y el premio “Trofeo Fair Play” de estos Juegos. El único conseguido por un atleta español en unos Juegos Olímpicos.
LA ÉPOCA DORADA DE ESTA ESPECIALIDAD EN ESPAÑA
Si nos detenemos en los años 1950 a 1970, veremos claramente que nuestros atletas, no cesan de incrementar los ránkings españoles, destacando poderosamente los nombres de los gallegos, José Teixeira con 9,10”0 de Manuel Augusto Alonso, ocho veces campeón absoluto de España y seis como plusmarquista, cabiéndole el honor de ser el primer español en bajar de los 9 minutos, en el “Campeonato de Europa de Estocolmo de 1958”, con la marca de 8,56”2 y de Javier Álvarez Salgado otro de los grandes de Galicia, que aportó grandes activos para esta prueba.
Siguiendo su estela surgen nombres tan ilustres como Dimas Ramos, Vicente Egido, Antonio Campos, Francisco Sánchez Vargas, Domingo Ramón, José Luis Blanco los cuales cerraron entre otros, una brillante etapa de la historia de esta prueba, antes de la aparición de los actuales campeones que ya brillan actualmente, en los listados de marcas internacionales.
Los nombres de Luis Miguel Martin Berlanas, 8,07”44 en el 2002, Eliseo Martín, 8,09”09 en 2003, A. Jiménez Pentinel, 8,11”52 en 1976, son en cierta forma, junto a José Luis Blanco, 8,12”86 en el 2006, la consolidación de esta difícil especialidad en España.
La marca del actual plusmarquista español, Luis Miguel Berlanas, le coloca con su magistral registro, entre los primeros 20 atletas mundiales de todos los tiempos, dándole todo el lustre de calidad, que tanto necesitaba esta especialidad en España.
Barris.org. Referentes históricos de los 3.000 metros obstáculos: antecedentes anecdóticos. España. Recuperado de: http://www.barris.org/index.php/es/pruebas-historia/96-espanol/espanol-pruebas-historicos/275-3000-metros-obstaculos-masculino