FUENTE: Barris.org
Siempre basándonos en la leyenda, esta nos dice que en el año 490 A.C. el general Milciades decidió enviar un emisario a Atenas, para dar noticia de la victoria de los griegos sobre las tropas persas, eligiendo a Phillipides, uno de soldados participantes, en la Batalla de Maratón, para evitar una posible masacre entre la población, en caso de una derrota de sus soldados.
Sobre hechos utópicos, la leyenda nos dice, que un manifiesto de los persas anunciaba, que en caso de victoria, estos saquearían la ciudad, violarían a las mujeres, matarían a los niños y prenderían fuego a la capital griega.
Con la finalidad de evitar una matanza masiva de la población, Phillipides tuvo que recorrer a pié, una distancia, que oscilaba entre 35 y 39 km. para llevar la noticia victoriosa de las tropas griegas.
Conocedora la ciudadanía de esta intención de los persas, las mujeres manifestaron, que si en el plazo de 24 horas, guiándose por la puesta del sol, no recibían la noticia de la victoria griega, ellas mismas se encargarían, de aniquilar a todos los niños, para suicidarse posteriormente todas ellas.
Conocedora la ciudadanía de esta intención de los persas, las mujeres manifestaron, que si en el plazo de 24 horas, guiándose por la puesta del sol, no recibían la noticia de la victoria griega, ellas mismas se encargarían, de aniquilar a todos los niños, para suicidarse posteriormente todas ellas.
Como la victoria sobre los persas, se demoró más tiempo del previsto, y a punto de finalizar el plazo, Phillipides tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano, para llegar a tiempo a la capital e impedir esta matanza, cosa que logró evitar, pero llegando tan exhausto, que después de anunciar la victoria, cayó desplomado al suelo sin vida. Esta es la leyenda, que dio origen a la historia que todos conocemos.
LA BATALLA DE MARATÓN
Existen varias versiones de esta dramática guerra. Según la visión de cada uno de los historiadores, esta tiene aspectos muy diferenciados, sobre el supuesto emisario Phillipides.
Mayoritariamente, casi todos coinciden, que en la batalla de Marathón, el general Melciades envío un emisario a Esparta, distante unos 240 kilómetros, en un trayecto que duró dos días, con la finalidad de pedir ayuda militar contra la invasión persa, petición que fue denegada por los espartanos, que celebraban sus festivales de Artemis. Pero nadie menciona el nombre del portador del mensaje.
El historiador griego más importante del V Siglo A.C Heródoto, tampoco menciona por ningún lado, el nombre de Phillípides. La historia de la prueba de maratón, es cierto que se inspiró, en la leyenda sobre este emisario, pero no quedó escrita, hasta el Segundo Siglo D.C. unos 600 años mas tarde, de aquella supuesta hazaña, que es cuando nos habla de este heroico soldado.
LA PRIMERA MARATÓN EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS: ATENAS 1896
En vísperas de los “Primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna”, que se celebraron en Atenas en 1896, Pierre de Coubertín, recogió una sugerencia de su compatriota Michel Bréal, el cual le propuso crear una prueba de gran fondo, con el nombre de la legendaria batalla de Maratón.
Los organizadores de esta primera olimpiada, tenían que decidir, cual de las dos opciones era la idónea, entre los 240 Km. de Esparta, y los 39 Km. que existen, entre Maratón y Atenas, decidiendo elegir esta última.
El vencedor de esta primera maratón olímpica, fue un humilde pastor griego, llamado Spyridon Louis, que solo había corrido un maratón de preselección, un mes antes en la propia capital griega, llegando en quinto lugar, con un de tiempo de 3h.18,27. Unos 30 días más tarde, ante la sorpresa y delirio de los 60.000 espectadores que llenaron el actual estadio de mármol de Panatheinakos, este modesto ciudadano, tuvo el honor de recordar a todo el mundo, la leyenda convertida en historia, de aquella batalla de Maratón, cuyo Aniversario se cumple ahora sus 2500 años.
En esta primera edición tomaron la salida 17 corredores de los cuales 12 eran ciudadanos griegos y cinco extranjeros, los cuales el día 10 de abril de 1896 desde la población de Maratón hasta el estadio de mármol de Panatenaikos en Atenas bajo un calor sofocante, que causó estragos a los participantes de los que solo 9 llegaron llegaron a meta , entre ellos 4 extranjeros…
Hay que señalar que el tiempo invertido en los aproximadamente 40 km, por Spiridon Louis fue 3h.58:50 seguido por otros dos atletas griegos Kharilaos Wasilakos con 3h.02: 06 y Spiridon Belokas, que fue descalificado al comprobarse que se había subido a un carro tirado por caballos, por lo que la medalla de bronce fue para el húngaro Gyula Kellner que marcó un tiempo de 3h.06:35. Dicen los historiadores que Spiridon Louis estuvo rezando 24 horas antes de la prueba, comiéndose una gallina entera antes de la salida.
Spyridón Louis, no corrió nunca más, otra maratón, pasando de ser un humilde ciudadano, a uno mas acaudalado, gracias a las generosidades, de la Casa Real y comerciantes de la ciudad, que le facilitaron una vida cómoda. hasta el día de su fallecimiento.
Pero antes en el año 1936 fue invitado por el propio Comité Olímpico Internacional para asistir a los Juegos Olímpicos de Berlín, como Presidente Honorario de la delegación griega, uniformado por la misma ropa que llevó el día de su victoria en 1896. Hay que decir que fue recibido cordialmente por Adolfo Hitler, a quien entregó una rama de olivo en señal de paz, cortada en el mismo «Monte del Olivo» en Olimpia. Spiridon Louis falleció en Maurose (Grecia) el día 24 de marzo de 1940 a la edad de 66 años.
UNA CURIOSA INSTANTÁNEA DE LA MARATÓN DE ATENAS 1896
Hasta entrar en pleno Siglo XXI, la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) no reconocía ninguna marca, como récord mundial en ruta. Es a partir del día 1 de enero de 2003, cuando se reconocen los registros, como mejores marcas mundiales. Un año más tarde, a partir del 1 de enero de 2004, se empiezan a oficializar las mejores marcas, como récords mundiales. Antes de estas fechas, solo se archivaban los tiempos de cada prueba, como testimonio oficial de los mismos.
CURIOSIDADES Y MISCELÁNEAS OLÍMPICAS
INTRODUCCIÓN
En esta recopilación de anécdotas del maratón en Juegos Olímpicos, solamente se recogen las sucedidas hasta los Juegos de París de 1924. Hasta llegar a este punto no se debe olvidar, que hubo entre medio, una Guerra Mundial que afectó al progreso de esta prueba, de la cual se recordaban más las anécdotas, que sus registros.
De la serie de curiosidades acaecidas, muchas de ellas se deben a la normativa del CIO, que permitía en aquellos años, la inscripción individual de un deportista, con lo cual se justifica por si solo, la interminable cantidad de anécdotas sucedidas en este primer decenio del Siglo XX.
Sería en los “Juegos de Estocolmo de 1912” donde se determinó que a partir de aquel momento, nadie podría participar, sino era formando parte el equipo oficial, representativo de su propio país y con la previa revisión médica de su estado de salud.
Hay que señalar que hasta los Juegos de Londres de 1908, no existía una distancia exacta para esta prueba, que oscilaba siempre, entre los 39 y 40 kilómetros, según las peculiaridades, de sus diferentes recorridos.
Esta distancia no sería modificada, hasta los mencionados Juegos de la capital inglesa, por un capricho de su Majestad la Reina Alejandra, que deseaba que sus nietos vieran la salida de la prueba, desde los propios jardines del Palacio de Windsor. Esto trajo consigo realizar un rodeo de 2195 metros, para llegar al Estadio de White City, donde estaba fijada la llegada.
De esta forma quedó establecida para siempre la distancia oficial de 42.195 metros, para todas las maratones del futuro. Recordando, que en los Juegos de Antigüedad, la prueba más larga, tenía solamente un recorrido de 4614 metros.
Esto no quiere decir que en los siguientes Juegos, no hubieran más hechos anecdóticos e históricos, como pueden ser las gestas de Emil Zapotek, también conocido como la “locomotora humana”, que ganó el maratón de Helsinki en 1952, después de hacerlo en las pruebas de 5000 y 10000 metros, como así mismo la inesperada victoria de Alaín Mimoun en Melbourne de 1956, o del etiope Abebe Bikila, corriendo descalzo en Roma de 1960, como la del actual recordman olímpico, el keniata Samuel K. Wanjiru, vencedor en Pekín de 2008.
Por descontado que todos ellos, junto con otros, tienen ganado el reconocimiento general de todos, por su gran contribución al movimiento olímpico, como así mismo, para engrandecer la historia de esta espectacular prueba. Si hubo algunas, estas no tuvieron el impacto mediático de las anteriores, dado que con el paso del tiempo, las formativas oficiales iban poniendo cada cosa su lugar, evitando episodios curiosos, pero también otros muy lamentables.
PARÍS EN 1900
Si la primera maratón de Atenas, esta considerada la más impactante e histórica de todos los tiempos, no podemos decir lo mismo, de la disputada en París en los Juegos de 1900, considerada de forma unánime, como la peor organizada, también de toda la historia olímpica.
Los participantes conforme iban llegando a la capital francesa, se encontraron sin recepción, sin alojamiento, sin saber las sedes de sus deportes, etc. Verlos deambular por los bulevares parisinos, sin saber donde ir ni venir, era todo un lamentable suceso.
Pero el desmadre organizativo tuvo su cenit, en la prueba del maratón, que estando programado en un recorrido entre Versalles y París, tuvo que ser modificado pocos momentos antes de darse la salida, que se efectuó en los Bosques de Boulonge, como así mismo la llegada, ante el desconcierto de casi todos los participantes, que no daban crédito a esta inesperada decisión de última hora.
Al no conocer exactamente el recorrido, dado que unos iban por un lado, y otros por otro, se originaron grandes dudas, dado que unos corrieron más que otros, por lo cual las marcas fueron tan abismales. El americano Arthur Newton, que iba en primer lugar faltando 10 kilómetros, se equivocó y llegó en sexta posición, con un tiempo de 4h.04,12.
Un poco antes cuando su compatriota Dick Grant lideraba la prueba, le atropelló una bicicleta, perdiendo mucho tiempo, pero pudiendo llegar a la meta, aunque sin tiempo oficial, en última posición.
Otro corredor inglés, siguiendo las indicaciones del poco público que estaba presenciando la prueba, se dirigió por otras calles en dirección opuesta a la correcta, perdiéndose entre los bulevares de la ciudad, como muchos otros participante.
Mientras todo esto sucedía, el luxemburgués Michel Théato, de 22 años, que los jueces convirtieron en francés, era un trabajador de jardinería, en las instalaciones del Racing Club de París, y un perfecto conocedor de todo este entorno por donde discurría la prueba, especialmente esta variante que los organizadores modificaron, como así mismo de los atajos de tierra, que supo aprovechar según se dijo, para evitar los duros adoquines de las calles parisinas, para llegar como vencedor.
Es anecdótico decir, que Michel Théato se enteró que había ganado oficialmente, muchos años más tarde, después de un largo y difícil debate, entre las delegaciones de EUA y el CIO, por el hecho de que un corredor del equipo americano, que salió con un ritmo infernal, sin que nadie lograra sobrepasarle, entró a la meta por el recorrido marcado, pero ante la sorpresa de verse relegado al final, en ultimo lugar.
Debido a que había muy poca gente presenciando la competición, la organización entendió que podía haber sido posible, hacer más de una trampa, por lo se que tardó casi 12 años, en reconocer como vencedor oficial, al francés Michel Théato con un tiempo de 2h.59,45 seguido por su compatriota Emile Champion, con 3h.04,17 y del sueco Ernest Fast, con 3h.37,14.
Se tiene que decir, que fue tan grande el desconcierto que provocó, este cambio de recorrido, que de los 30 participantes que tomaron la salida, solo 7 de ellos pudieron llegar a la meta. Los demás abandonaron por el esfuerzo, por la temperatura cercana a los 39º, o se perdieron por las calles de la capital de Francia.
Finalmente hay que señalar que el ganador el francés Michel Théato, después de diversas diligencias, se comprobó que nunca perdió su nacionalidad luxemburguesa, por lo que consta como ganador representando a este país.
SANT LOUIS EN 1904
El hecho más curioso e impactante del maratón de Sant Louis, que afectó muy directamente, a todos los espectadores que llenaban las graderías del estadio, tuvo como protagonista al cubano Félix Carvajal, especialista en maratón, que medía que provocó la risa de todos los asistentes, al presentarse en el desfile inaugural, 1.52 de estatura, apodado “el andarín”con unos viejos pantalones largos de andar por la calle, una deteriorada camisa de manga larga y unos zapatos que estaban hechos unos “zorros”, con los cuales se presento en la línea de salida.
Se tiene que mencionar que Félix Carvajal, cuando llegó en barco a Nueva Orleáns, se fue directamente al casino, donde perdió todo el dinero que había recaudado en La Habana, en juegos de azar, por lo cual tuvo que realizar el viaje hasta Sant Louis, en “auto stop.”
Teniendo siempre como protagonista a este singular personaje, se tendría que decir que la salida del maratón, tuvo que demorarse unos instantes, los suficientes para que el discóbolo americano, Jhon Sheridan vencedor de la prueba de disco, acudiera en su ayuda con unas tijeras para cortarle los pantalones a la altura de las rodillas, pudiendo llegar en un meritorio cuarto lugar, después de superar algunos inconvenientes.
Este extravagante atleta cuando iba netamente destacado en primer lugar, tuvo que pararse agotado por el cansancio, lo cual aprovechó para detenerse delante de un huerto, para ingerir unas manzanas, que según se dijo, todavía estaban muy verdes, que le provocó una indigestión y la posibilidad de una victoria, que prácticamente tenía asegurada, pero recibiendo posteriormente el calificativo de “el perdedor más glorioso de la historia”.
Félix Carvajal que mendigó por las calles de La Habana, haciendo demostraciones atléticas para costearse su viaje a los Juegos, llegó a sensibilizar de tal manera a sus colegas atléticos, que estos costearon el viaje de regreso a su país natal.
Otro dato muy elocuente, que quizás cobre actualidad, en estos momentos tan complicados que vive nuestro deporte, con el tema de la farmacología, es del atleta, de EUA,.Thomas J. Hicks, participante en la prueba del maratón, por un presunto intento de dopaje, al tener que inyectarse en plena competición, con sulfato de estrictina, y con sorbos de brandy, para poder llegar a la meta como vencedor con un tiempo de 3h. 28,59.
Hay que significar que en esta misma prueba, surgió el primero tramposo de la historia olímpica, cuando el neoyorquino Fred Lorz, que llegó en primer lugar, tuvo que pararse agotado por el esfuerzo, al llegar al kilómetro16, con lo cual aprovecho para subirse a un carro tirado por caballos, realizando sentado en él, un buen tramo del recorrido. Sin embargo, no dudó en fotografiarse, junto a la hija del presidente de los EE.UU. Alice, cuando estaba a punto de recibir su medalla de ganador.
Descubierto el fraude por los jueces, este atleta no tuvo ningún problema en reconocer su error, por el cual fue descalificado, dando por ganador al también norteamericano, Thomas J. Hicks, cuestionado, por el presunto intento de dopaje, anteriormente mencionado.
LONDRES EN 1908
Por deseo de la Reina Alejandra, esposa del Rey Eduardo VII, la salida de la prueba de maratón, se realizó desde el Palacio Real de Windsor, por el hecho de que sus nietos vieran en directo, desde la propia residencia, la salida de esta clásica prueba.
Por este simple detalle de la Reina, la distancia de la maratón, se oficializó en 42.195 metros de recorrido, dado que se tuvo añadir a los 40 kilómetros, que más o menos tenían todos los anteriores Juegos, unos 2195 metros que era el rodeo, que tenía que realizarse, para complacer a su Majestad y poder llegar al estadio de White City. Nunca antes, la llegada estuvo delante del Palacio Real, como atestiguan algunos analistas atléticos A partir de este momento, esta distancia sería la clásica oficial, para todas las maratones olímpicas del futuro.
La prueba fue durísima, tanto por su distancia, como por los desniveles que había en su recorrido. El italiano Dorando Pietri, al efectuar su entrada al estadio, destacado en primer lugar, por la puerta del maratón, equivocó la dirección para llegar a la meta, rectificando de inmediato, totalmente agotado, sin apenas fuerzas para mantenerse en pié, cayendo y levantándose varías veces, hasta llegar a unos 10 metros de la llegada, donde una vez más cayó, ayudándole a levantarse, los propios jueces y auxiliares, hasta poder traspasar la cinta de llegada como vencedor, para caer definitivamente al suelo, totalmente extenuado por el esfuerzo.
La delegación de EUA protestó, por lo que fue descalificado, dando por vencedor al americano John J. Hayes, que pasará a la historia sin pena ni gloria. Una vez recuperado, el vencedor, moral, Dorando Pietri recibió de la Reina Alejandra, una copa bañada en oro, como obsequio al esfuerzo realizado para poder llegar a la cinta de llegada.
Posiblemente su gran triunfo, fue el no ganar, pasando a la historia olímpica, como el más dramático perdedor de una medalla de oro. Con el paso del tiempo, 100 años más tarde, se erigió en Milán, una estatua que perdura su gesta, mientras que del americano, Hayes, nadie se acuerda. Este es un ejemplo, de lo que pueden aportar entre otros, unos Juegos Olímpicos, para que un participante, que aun sin ganar, pueda acceder a la gloría del olimpismo.
ESTOCOLMO EN 1912
La organización de estos Juegos, con muy buen criterio, exigió por primera vez a todos los participantes en la carrera de maratón, un certificado médico, para poder tomar parte en ella. Este detalle tan importante que no todos aceptaron de buen grado,desgraciadamente, dio la razón a los organizadores. Durante la prueba el portugués Francisco Lázaro se desplomó al suelo, debido al fuerte calor reinante, falleciendo posteriormente en el hospital.
Esta histórica prueba, que siempre fue ganada en todos los anteriores Juegos Olímpicos, por atletas de baja estatura, esta vez tuvo un vencedor de gran altura..Un policía sudafricano Kenneth MacArthur, que fue capaz de romper esta tradición, con una marca de 2h.36,55, seguido de su compatriota Christian Gitsham, con un tiempo de 2h37,52, siendo estas medallas, las únicas que ganó la República Sudafricana, en estos Juegos.
Por cierto en esta misma prueba otro maratoniano, el japonés Shizo Kanakuri, desapareció de la prueba y nunca más se supo de él, hasta que en el año 1966, fue localizado por la televisión sueca, para contestar con toda naturalidad, a las preguntas que le formularon sobre aquella misteriosa desaparición.
Según él, todo se debió al sofocante calor, que tuvieron que soportar durante la prueba, lo que le obligó a beber demasiada agua, por lo cual no pudo continuar, abandonando no solo la competición, sino también Suecia, sin avisar a nadie. Ni a los organizadores, ni a su delegación. Según confesión propia, por la vergüenza de tener que abandonar la prueba.
Para terminar de describir esta luctuosa prueba de Estocolmo, con el primer fallecimiento de un atleta en un maratón olímpico, según testimonios de sus compañeros de equipo, Francisco Lázaro pudo haber ingerido estríctina junto con otros fármacos, además de embadurnarse el cuerpo, con un linimiento muy grasiento, lo que pudo ocasionar una falta de absorción de oxígeno a su organismo, que junto al fuerte calor reinante, pudo motivar una deshidratación general de su cuerpo.
AMBERES EN 1920
Para a no ser menos que en los anteriores Juegos, Amberes, también tuvo sus curiosidades y sus anécdotas, siendo la de la bandera olímpica, una de la más significativas. Resulta que un saltador del equipo americano de natación, en la especialidad de palanca, cuyo nombre era Haig Prieste, hizo una apuesta con algunos de sus compañeros de equipo, diciendo que sería capaz de llevarse la bandera olímpica, que ondeaba en lo más alto del estadio hacía su país. Apuesta que consiguió ganar.
Este deportista, ochenta años más tarde, ya con una avanzada edad cercana a los 100 años, fue portador de la Antorcha Olímpica, en los Juegos de Atlanta de 1996, pero el hecho anecdótico viene dado, cuando cuatro años más tarde, en los “Juegos de Sydney del 2000”, este mismo deportista ya con 104 años, devolvió aquella legendaria bandera, que con tanto celo guardó Pierre de Coubertín, al Presidente del CIO, Juan Antonio Samaranch, mediante la Ceremonia de Inauguración.
Esta bandera es posiblemente la original, a pesar que ya en los Juegos de Atenas del año 1896, hubo una izada en el Estadio de Mármol, del Panathenaikos. Este símbolo olímpico esta expuesto actualmente, en el Museo Olímpico de Lausanne, como uno de los recuerdos más entrañables, del movimiento olímpico de la Era Moderna.
Años más tarde, después de los “Juegos de Estocolmo de 1912” el finlandés Hannes Kolehmainen, una vez finalizados los mismos, trasladó su residencia a los Estados Unidos, desde donde fue reclamado por su federación para participar en estos de Amberes, casi en el epílogo de su actividad competitiva, con 31 años de edad.
Previa una exhaustiva revisión médica, aceptó tomar parte en el maratón, donde en una agónica carrera ganó la medalla de oro, cuando a punto estuvo de ser alcanzado, por el estoniano Lossman, que llegó por detrás de él, a tan solo 13 segundos, después de haber liderado la prueba, netamente destacado desde el kilómetro 35, con una ventaja más que suficiente para ganar, pero el agotamiento final era tan evidente, que casi le hizo perder este galardón dorado, por el que tanto luchó, durante toda la prueba.
PARÍS EN 1924
Continuando con la saga de los atletas finlandeses, se tiene que decir, que Finlandia alcanzó en estos Juegos, 37 medallas, superada solo, por el equipo de los EE.UU. de América. Los nombres de Ville Ritola, Albín Stenroos, ganador el primero de los 10000 metros y 3000 obstáculos, y el segundo del maratón, fueron entre otros, los que acompañaron al gran Paavo Nurmi, para merecer el elogio unánime de todo el mundo, con el calificativo de los finlandeses voladores.
Del mítico Paavo Nurmi, hay que hacer constar, que sentó un precedente por el hecho, de correr con un reloj de pulsera, para medir el tiempo y calcular su velocidad de carrera. En aquel tiempo, se le consideró como un aventajado tecnológicamente sin precedentes. Actualmente infinidad de corredores hacen lo mismo, en casi todas las pruebas de fondo y marcha atlética, después de lo acaecido hace 86 años.
Si se tiene que mencionar, el nombre de un deportista que dejó su huella en estos Juegos, este fue sin duda, el finlandés Paavo Nurmi, reconocido como el más “grande de todos los tiempos”, el cual en este acontecimiento de París, consiguió ganar 5 medallas de oro en las pruebas de 1500 y 5000 metros, con un intervalo entre ambas, inferior a una hora, dejando constancia de su gran capacidad de recuperación Además de ganar la prueba de Cross Country Individual y la de relevos de 3 x 3000 metros, finalizó su memorable actuación, con la consecución de una quinta medalla, en el Cross Country por Equipos.
Sumados estos galardones a los conseguidos en los anteriores Juegos de Amberes de 1920, donde ganó 3 medallas de oro y 1 de plata, y los que posteriormente alcanzaría en los de Amsterdam de 1928, con 3 de oro y 2 de plata, completan un total de 12 medallas olímpicas, que justifican con creces el apodo de “El más grande” y el más exitoso de la historia olímpica.
En cuando al ganador del maratón Albín Stenroos, se tiene que decir, que desde su primera maratón en el año 1909, no había tomado parte en ninguna otra, hasta estos Juegos de París.
Era la época dorada de los “finlandeses voladores”, donde la gran cantidad y calidad de atletas finlandeses, en las pruebas de 5000 y 10000 metros, no le daban opción para participar en ellas. Este fue el motivo, por el cual optó tomar parte, en la prueba más agónica del programa olímpico, con 35 años ya cumplidos.
Su actuación mereció los mejores elogios, por su gran actuación, lo que le permitió llegar a la meta, con un tiempo de 2h.41,22, con más de 6 minutos de ventaja sobre su inmediato seguidor, el italiano Romeo Bertini, que invirtió un tiempo de 2h.47,19.
Albín Stenroos, se retiró del atletismo el año 1927, después de haber conseguido la segunda plaza en el famoso maratón de Boston, el año anterior.
LA LLEGADA DE LA MARATÓN EN PARÍS DE 1924
LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS
El debut de atletas españoles en una olimpiada, se remonta a los Juegos de París de 1924, donde el aragonés Dionisio Carreras se clasificó en 9º lugar, con un tiempo de 2h.57,18. La segunda participación, fue la de Emilio Ferrer, en los Juegos de Amsterdam de 1928 con una discreta actuación, alcanzando la 52ª posición, con una marca de 3h.11,08.
Motivado por varios problemas, originados por la Segunda Guerra Mundial y por nuestro conflicto bélico, con una post-guerra muy complicada, la presencia española, quedó paralizada durante 32 años, haciendo su reaparición olímpica, en los memorables Juegos de Roma de 1960, donde nuestro campeón de España, Miguel Navarro, consiguió un meritorio 17 lugar, con una estimable marca de 2h.24,17.
Hay que señalar que en esta prueba que ganó el inolvidable Abebe Bikila, se produjo el hecho anecdótico, por parte de este atleta, de correr descalzo toda la prueba, lo que no le privó de alcanzar el mejor tiempo mundial, con una marca de 2h.15,16, tiempo que mejoraría, en los siguientes Juegos a celebrar en Tokio en 1964, con otro sensacional crono de 2h.12,19, nueva mejor marca mundial. Esta vez con el calzado adecuado.
A partir de este momento, paralelamente con la mejora general de todo el atletismo español, España no dejó de estar presente hasta la actualidad, en todas las siguientes olimpiadas, cuyas clasificaciones quedan reflejadas en la tabla insertada al final.
De todas formas, la gran asignatura pendiente de aprobar, que aún tiene nuestro maratón, es alcanzar el podium olímpico, considerado mundialmente, como el de mayor jerarquía, del calendario atlético internacional, objetivo que sin duda, en un futuro a medio plazo, podrán alcanzar nuestros atletas, para unirlo junto al mundial y europeo, que en su día consiguieron Martín Fiz y Abel Antón.
LOS ICONOS DE LA MARATÓN ESPAÑOLA
Barris.org. La prueba del maratón en los Juegos Olímpicos: cuando la leyenda se mezcla con la historia. España. Recuperado de: http://www.barris.org/index.php/es/pruebas-historia/96-espanol/espanol-pruebas-historicos/178-la-prueba-del-maraton-en-los-juegos-olimpicos