Este breve y muy resumido paseo por la historia quiere rendir tributo a los pioneros en el diseño de estrategias para mejorar el rendimiento en las carreras de fondo.  Son todos los que están, pero no están todos los que son. Nos hemos detenido en algunas personas que fueron determinantes en la transformación de modos de entrenar que en su momento se consideraban óptimas. Gracias a la intuición de estos entrenadores y corredores, sumada a la posterior intervención de médicos y científicos a partir de los años 50, hemos llegado hasta aquí, batiendo marcas que hace 60 años parecían impensables.

FUENTE: sportraining

Para comprender bien una ciencia, una técnica o una actividad social, resulta interesante e incluso divertido conocer su historia. La masificación del running, ha generado un importante volumen de publicaciones divulgativas en todos los formatos sobre entrenamiento, modelos de calzado y complementos relacionados con su práctica, pero no es tan frecuente ver artículos que expliquen el proceso que han seguido los atletas hasta llegar a las formas actuales de entrenamiento dirigido hasta alcanzar el rendimiento.

En atletismo seguir un sistema óptimo de entrenamiento es mucho más determinante que cualquier cambio en el diseño del equipamiento (en ciclismo puede ser diferente). Zoola Bud o Iván Raña han tocado la gloria descalzos, algo que no hubiese sido posible sin una planificación del entrenamiento exquisita.

Los referentes más antiguos del entrenamiento moderno

Iniciamos el paseo en la Inglaterra de los Estuardos cuando en el siglo XVI unos criados, los running-footman que en España se les llamaban zagales, corrían junto a los carruajes de los señores para evitar que volcaran en los caminos, apartar obstáculos y, antes de llegar a los pueblos, se adelantaban para anunciar a la posada que preparasen habitación y condumio.

Con el tiempo los nobles y señores ingleses hacían apuestas con sus criados, liberándolos de todas las tareas que no fuesen las de entrenar (no era tanto un mecenazgo, como el interés por ganar las apuestas). Este pasatiempo aristocrático tenía su origen en las apuestas de los grandes potentados turcos (recordemos la posición del imperio Otomano hasta la Primera Guerra Mundial) que hacían correr a sus atletas-criados conocidos como peichs. Con el auge de las carreras de caballos en los hipódromos de Inglaterra, se aprovechan los intermedios hípicos para hacer correr a los criados siguiendo el mismo reglamento utilizado para los caballos. Hasta los corredores iban vestidos como jockeys con gorrita y fusta incluida.

Las hazañas de los grandes footmen ingleses traspasan el Atlántico hasta el continente americano. De los pioneros transatlánticos destacar al capitán Robert “Bacarlay” Allardice (1779-1854), quien en un intento de aristocratizar las carreras que hasta el momento estaban dominadas por criados y ciudadanos de clases populares, corrió las 440 yardas en 56” y las dos millas en 9’57”. No contento con esto y empeñado en demostrar que los señores eran capaces de hacer algo grande, ganó la carrera de las 1.000 millas empleando 41 días y 16 horas.

Las hazañas de Allardice fueron recopiladas por Walter Tom cuando en 1883 publica lo que podemos considerar el primer texto de entrenamiento moderno:  Pedestrianism or an account of the performance of Celebrated Pedestrians during the last pressent Century with a full Narrative of Capitan Barclay’s public and private Matches and Essay on training. Allí relata gestas como la de Payson Westson que recorrió el ancho del país, de Nueva York a San Francisco, en 101 días, pero a la edad de ¡70 años! Los métodos de entrenamiento que Tom expone se basaban en un gran volumen de kilómetros con sesiones de hasta 24 horas de carrera y la cerveza como uno de los medios de recuperación.

En el último cuarto del siglo XIX se celebraron diferentes encuentros entre corredores de uno y otro lado del Atlántico sobre distancias de entre 400 y 1.000 km destacando el británico George Littlewood que en la carrera de los seis días recorrió 1.003 km, un promedio de 167 por día. Como apunte técnico señalar que los ingleses comenzaban a bajar el volumen de entrenamiento y aumentaban los tramos de carrera rápida, lo que influyó mucho en el desarrollo del atletismo americano que abre la vía a lo que años más tarde sería el entrenamiento fraccionado. Esta presencia de la velocidad hizo que los americanos dominaran el atletismo en pista en carreras cortas durante el primer tercio de siglo XX.

George Littlewood

A medida que pasaban los años, al contrario de lo que ocurre actualmente, cada vez se organizaban carreras más cortas, las grandes aventuras iban perdiendo protagonismo frente a eventos mucho menos épicos reduciendo mucho las distancias, muy especialmente en los Estados Unidos e Inglaterra. Esto permitía celebrar más carreras y así aumentar el negocio de las apuestas. La reducción de las distancias se vio favorecida por el avance tecnológico gracias a los cronómetros que permitían medir y comparar intervalos de tiempos más cortos.

El dopaje no estaba prohibido ni en las carreras pedestres ni en el ciclismo. De todos los boticarios de fortuna de fin del siglo XIX destaca el inglés Choppy Warbutrton, un exatleta corredor de campo a través que sin apenas conocimientos de farmacología vendía a corredores y a ciclistas batidos de chocolate con cocaína. La “Cuca cup” cuyos efectos euforizantes durante la carrera eran seguidos de desfallecimientos tras cruzar la meta.

La ambición y carencia de ética de Choppy no tenía límites. En una ocasión para enriquecerse de manera rápida y segura apostó por el rival de su pupilo. Administró un brebaje envenenado a su pupilo que tuvo que abandonar la prueba. Cuando se descubrió el engaño le descalificaron a perpetuidad. Choppy pasó a vender su tónico como reconstituyente infantil ¡con grandes elogios de sectores médicos!

El nacimiento del atletismo moderno. Trabajar más la velocidad

En Europa, resulta definitiva la aportación de Thomas Arnold (1795-1843), un clérigo de Rugby que veía el deporte como un medio excelente para formar los jóvenes escolares de las élites sociales. Esta filosofía del deporte ayuda a que el atletismo, tanto las carreras en pista como el cross, comience a tomar un camino hacia el amateurismo y la consiguiente desaparición del tongo y del dopaje que propiciaban las apuestas. No obstante, las carreras de apuestas perduran, en estructuras y organizaciones paralelas, entre las clases populares en las fiestas de los pueblos.

El entrenamiento de corredores de fondo durante los primeros años del siglo XX se basaba en realizar kilómetros a ritmo lento y algún que otro trote a ritmo más rápido. Algo parecido a lo que actualmente hacen muchos runners (corren con equipamiento del siglo XXI y emplean sistemas iguales a los del siglo XIX). Los corredores eran polivalentes, el mejor solía ganarlo todo, desde los 800 hasta los 10.000 metros.

En el continente el entrenamiento se basa en la carrera lenta, pero en Finlandia introducen trabajo de ritmo rápido: el “Tempo”. Con este nuevo trabajo el finlandés Kolehmainen, en los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912, protagoniza uno de los finales más ajustados y épicos vistos hasta el momento ganando al francés Jean Bouin en la misma meta. Ambos mejoraron el récord del mundo de 5.000 metros en más de medio minuto. Cada uno aportó diferentes matices al entrenamiento: Kolehmainen la velocidad y Jean Bouin el trabajo de gimnasia y de fuerza. Bouin muere en la guerra y desde 1920, en Barcelona, se celebra una popular carrera urbana en su memoria.

Hannes Kolehmainen

¿Cómo llega Kolehmainen a introducir entrenamientos a ritmo rápido? Su hermano, un corredor de nivel modesto emigra a EE.UU. a principios de siglo XX y ve cómo los americanos trabajaban la velocidad. Éste manda por correo a su hermano el sistema que allí se empleaba y los atletas finlandeses complementan las sesiones de kilometraje lento con trotes a ritmos rápidos y sprint. En estos entrenamientos el tiempo de recuperación entre los ritmos rápidos era largo y se hacían dos y tres sesiones diarias. Para recuperarse empleaban la sauna y masaje.

Con Kolehmainen comienza la era de los grandes corredores finlandeses y en menor cantidad suecos, que dominarían el medio fondo y fondo en el período de entreguerras. De todos destacar al gran Paavo Nurmi, dirigido por Pinkala, que obtuvo siete oros olímpicos y 32 récords del mundo.  No pudo competir en los Juegos de Berlín de 1936, donde esperaba ganar la maratón, al ser acusado de profesionalismo tras la gira gloriosa que hizo por los Estados Unidos.

Fiser (1973) apunta a que en este primer período, antes de Kolehmaien, los récords del atletismo de fondo evolucionaban mucho menos que en las carreras cortas. Las mejoras en fondo se aceleran cuando incluyen en la preparación trabajo de velocidad y preparación general. Aspecto sobre el que algunos de los actuales corredores populares deberían reflexionar.

El nacimiento del fartlek

La hegemonía finesa quedó desplazada con la aparición en Suecia en los años treinta de un nuevo método de entrenamiento en el entorno natural. Aportaba tres variables: el trabajo prolongado continuo, los sprint, los cambios de ritmo y el trabajo de fuerza en las cuestas o la carrera sobre nieve blanda en invierno. Había nacido el Fartlek, que lo teoriza y diseña Gösse Holmer, y modifica y lo hace famoso Gösta Olander en el paraíso de Volodalem.

En desacuerdo con el modelo del “Tempo” finlandés en que se pautaban distancias fijas en los entrenamientos rápidos, proponen combinar ritmos, terrenos con pisos de dureza diferente, cuestas, caminos, nieve, prado, barro y la mítica “mose” de Volodalem, una alfombra mullida de vegetales en descomposición que permitían en verano correr descalzo. Mandaban más las apetencias y sensaciones del atleta que un programa de ritmos prefijado de antemano. Las diferencias entre Holmer y Olander eran fundamentalmente que el primero planteaba sesiones de más volumen y Olander de intensidad de trabajo. Ambos consideran la técnica de carrera fundamental y mantienen de Pinkala la necesidad de descontracción: sauna y masaje.

Este modelo tiene como novedad el desarrollo de la fuerza derivada de la presencia de las cuestas y del trabajo sobre la nieve blanda en invierno.

Un húngaro, corredor, gimnasta y profesor de educación física con formación científica, Mihaly Igloi, fue a entrenar a Finlandia y experimentó con los grandes volúmenes de trabajo y los trotes rápidos. Al regresar a Hungría introduce sesiones con más presencia del trabajo de velocidad y consigue realizar sus mejores marcas como atleta.

En Alemania, en 1939 Woldemar Greschller lleva a Harbig a batir el récord del mundo de los 800 metros y aplica el concepto de “puesta en forma”. En un período preparatorio entrenaba volumen y en el competitivo realizaba entrenamientos de velocidad entre 200 y 500 metros, pero con mucho tiempo de descanso. Con este sistema Harbig bate el récord del mundo en 800 metros y queda campeón de Europa en 1938. Muere en el frente en 1944.

El estallido de la Guerra Mundial trunca muchos proyectos vitales y evidentemente atléticos, pero un entrenador y profesor de educación física, Toni Nett, entre 1940 y 1942, “gracias” a la convalecencia de las heridas de guerra se dedica a recopilar todas las experiencias del entrenamiento fraccionado, analizándolas y a su vez especulando sobre nuevas alternativas. Estos trabajos los publica en la revista berlinesa “El atleta”, que llega a manos del entrenador checo Kerssenbrock y, podemos decir aquello de: “allí comenzó todo”.

El interval training

Tras la Guerra Mundial el húngaro Igloi sistematiza y perfecciona su sistema fraccionado, e individualiza el programa de entrenamiento potenciando al máximo lo mejor de cada corredor, sin insistir tanto en reforzar puntos débiles. Otra de sus aportaciones en la sistemática a la hora de fraccionar las distancias era intentar no repetir nunca el mismo número de series y de distancias ¿No ven similitud con las actuales tendencias de la variabilidad y la complejidad? Tras conseguir numerosos recordmans mundiales va a los Estados Unidos y su pupilo Bob Schull consigue el oro olímpico en los Juegos de Tokio 1964.

Volvamos a Checoeslovaquia y a Kerssenbrock, quien impactado por el texto de Nett, lo difunde por el país y llega hasta Zatopek. En un país con mucha nieve, entrenar en trechos limpios del cuartel sobre distancias cortas era ideal. Así nace otro afluente del futuro Interval Training. A diferencia del “Tempo” de Igloi, Zatopek repite siempre las mismas distancias en una sesión, sobre 200 ó 400 metros, y además comienza a reducir el tiempo de recuperación: ¡recordemos las 40 series de 400 metros en 58”!

Emil Zatopek

Posiblemente el éxito de Zatopek no fue solamente del trabajo fraccionado. Otro factor al que ya me referí en un artículo anterior al hablar del Power Instep, fue el trabajo adicional de fuerza que suponía entrenar con pesadas botas militares. Una vez más, como ya vimos en Jean Bouin y en el fartlek, aparecen tareas que exigen mayor reclutamiento de unidades motoras y fibras rápidas. ¿Habría llegado Zatopek a ser el gran mito de no haber empleado las pesadas botas?

En Alemania los trabajos de Nett, a llegan a Greschler, que sistematiza el interval training y periodiza el entrenamiento: en invierno trabajo continuo y a medida que se acerca la competición predomina el trabajo fraccionado, pero el salto cualitativo se da cuando contacta con el Dr Rindell y su equipo en Friburgo, un momento crucial en la historia del entrenamiento: la interacción con la medicina y, además, sus conclusiones se difunden por el mundo.

El Dr. Reindell, comienzan a investigar el comportamiento del corazón, y a manejar conceptos como los procesos de adaptación o las diferencias entre el trabajo aeróbico y el anaeróbico. El control sistemático de las pulsaciones marca el principio del control de la fatiga y recuperación de los esfuerzos. En Friburgo el entrenamiento entra en el universo de la ciencia. 

Oceanía. El renacer del fartlek

Pero ¿qué sucedió con el fartlek, el entrenamiento natural de los suecos? Desprestigiado en la Europa de la postguerra por la irrupción del Interval Training (pese a todo Volodalem era santuario donde peregrinaban corredores de todos los países dejándose abducir por la sabiduría de Olander) encuentra en Oceanía un resurgimiento. En Australia Percy Cerruty, un atleta retirado y entrenador que cuando en 1952 va a ver los Juegos de Helsinki, se acerca a Volodalem para visitar a Olander. Impactado por lo que vio retorna a su país y adapta elementos de aquel entorno nórdico a la localidad de Portsea sin nieve ni musgos, pero con bosques y dunas. Su método natural, resumiendo mucho, se basa en llegar a agotar al atleta en cada entrenamiento. Sus tres puntos de trabajo son: el trote hasta el límite de la capacidad del corredor; el entrenamiento de fuerza mediante ejercicios gimnásticos y dunas, y el trabajo de ritmo sobre distancias de 300 a 1500 metros. Nuevamente aparece el entrenamiento de la fuerza: las series cortas de 50 metros eran sobre dunas de 30 metros de altura. Eliot, campeón olímpico en los 1500 en Roma 1960 fue su mayor éxito.

En Nueva Zelanda Artur Lydyar, un hombre de pista, sin formación académica y mucha intuición, se caracteriza por su eclecticismo. Adopta elementos de todos los sistemas vigentes en un entorno natural. El trabajo más específico lo hacía sobre asfalto a causa de la carencia de pistas. Su mayor éxito lo logra Snell en los mismos Juegos de Roma al ganar los 800 metros lisos.

La “fisiologización” de los modelos de entrenamiento y el nacimiento de running

En torno a 1960 salta la gran polémica entre los defensores del entrenamiento fraccionado y el resurgimiento del trabajo continuo. Los defensores del Interval Training apuestan por adaptar el organismo a producir, tolerar y metabolizar el ácido láctico. Según ellos, este trabajo hace más potente y aumenta la pared del ventrículo izquierdo.

Van Aaken, conocido popularmente como “Dr. Running”, es un defensor del trabajo aeróbico y el padre del running moderno. Aaken propone que el corredor vaya a un ritmo en equilibrio de oxígeno, es decir, que no genere más ácido láctico del que puede metabolizar. Poco a poco, el corredor se adapta a llevar un ritmo más alto sin sobrecargarse de ácido láctico manteniendo un ritmo cardíaco entre las 120 y 150 pulsaciones por minuto el “steady state”.

Este tipo de entrenamiento, según Aaken, aumenta la capacidad del corazón y no la pared del ventrículo izquierdo como afirmaba que sucedía en el entrenamiento fraccionado. De este modo, al llegar a los últimos metros de carrera el corredor estaría limpio de ácido láctico y consecuentemente en mayor disposición para afrontar el sprint. De sus discípulos destacar a Harald Norporth, subcampeón olímpico en los 5.000 metros en Tokyo. Un hombre muy delgado con un corazón de 1,2 litros (el doble que Armin Hary, el campeón alemán de 100 metros) que le llegaba desde la clavícula hasta el diafragma y que pese a entrenar siempre aeróbicamente era muy rápido en el final.

Pero de Aaken debemos resaltar su cruzada por la difusión del running como medio de prevención de patologías del sistema cardiovascular y la lucha por levantar la prohibición que impedía que las mujeres corrieran largas distancias y maratones. Denuncia a sus colegas por misóginos al resistirse a aceptar las evidencias científicas relativas a la capacidad de las mujeres para correr fondo, algo que desde siempre habían hecho sin problemas las esquiadoras.  Muere en 1984 con 74 años atropellado mientras corría.

En 1972 en los Juegos de Munich un norteamericano, Frank Shorter, gana la maratón. Algo excepcional, puesto que solamente dos corredores norteamericanos la habían ganado y en carreras muy polémicas. En Saint Louis en 1904, cuando el americano Lorz iba en cabeza empezaron a fallarle las fuerzas. Su entrenador le subió al coche y lo acercó hasta unos kilómetros antes de meta y entró vencedor. Al descubrir el fraude Hicks, el segundo clasificado pasa a campeón. Pero Hicks, a mitad de carrera le inyectan un miligramo de sulfato de estricnina y un buen trago de brandy. El ‘chute’ le hizo parcialmente efecto y a falta de unos seis kilómetros necesitó repetir la dosis. Hicks no fue descalificado puesto que esas sustancias no estaban prohibidas. Sin embargo, en la prensa se abrió el debate entre quienes lo consideraban un tramposo y quienes, con argumentos médicos, consideraban aceptable el uso de drogas en el deporte.

Escena de la película ‘Carros de Fuego’

El segundo triunfo norteamericano corresponde a Hayes en Londres 1908 pero tras la polémica descalificación del Italiano Pietri, quien llegando exhausto al estadio el juez le indica mal la dirección que debía tomar. Tras correr un buen trecho retrocede y cae. Unos jueces le ayudan a levantarse, un acto que le cuesta la descalificación y le da el título a Hayes. La gran crónica en directo radiofónica del evento y la posterior defensa del italiano, que provocó que al día siguiente la Reina de Inglaterra le recibiera y entregara una pluma de oro, no era otro que Sir Arthur Conan Doyle (en la bibliografía está el enlace con la crónica de Doyle).

Frank Shorter

El triunfo de Shorter en Munich impacta más que cualquier otro éxito atlético en la población norteamericana (los JJ.OO. carecían de interés mediático), al coincidir con las campañas de salud pública alertando de los efectos del sedentarismo sobre la salud cardiovascular. Dos elementos que dan el empujón definitivo a muchos ciudadanos, de clase media y alta con un buen poder adquisitivo, para salir a correr por las calles: terminar una maratón se convierte en un objetivo de autorrealización personal. Aquí da comienzo la actual cara y cruz del running: crecimiento masivo de practicantes, pero ausencia de adaptación y control del entrenamiento y sin un aprendizaje de la técnica de carrera.

El running es fomentado por las grandes marcas de calzado. La gran aportación son las zapatillas con talón amortiguador. Esto permite que cualquier sedentario sin un proceso de fortalecimiento del pie, sin acondicionamiento general ni un trabajo de técnica de carrera, pueda salir a correr sobre asfalto. El entrenador de todos los corredores populares es sustituido por el vendedor y por la publicidad que gira en torno a las marcas. Un proceso que se ha universalizado y que a la larga favorecerá la salud cardiovascular, pero acelerará los procesos degenerativos osteoarticulares.

La periodización del entrenamiento

Desde los años 60 del siglo pasado los entrenadores dejan de emplear un solo sistema, se sigue un trabajo de “fusión” y adaptación de los sistemas clásicos según criterios de cada entrenador: por ejemplo, el fartlek deja de practicarse en el entorno natural y se exporta a las pistas con los ritmos marcados por el entrenador o el fraccionado multiplica las opciones del original interval training.

Los atletas planifican la temporada en ciclos siguiendo el modelo de periodización que desde la Unión Soviética propone Matveev. En general se tiene una concepción fisiologista del entrenamiento: el equilibrio entre el trabajo aeróbico y el anaeróbico en función de la distancia en la que va a competir cada atleta y la época de la temporada. En la puesta a punto se trabaja el ritmo competición, pero la fuerza aún se considera algo complementario y se entrena indirectamente en las cuestas o en circuitos de acondicionamiento general en invierno. Los mejores fondistas se dedican al campo a través en invierno y en verano a pista, 5000 y 10.000 metros lisos; son muy pocos quienes se aventuran en la maratón.

El movimiento de las grandes maratones y del running crece al margen del atletismo federado, tanto en la organización de las carreras como en la planificación y concepción del entrenamiento. El atleta federado entrena según una planificación muy individualizada del entrenador especialista, mientras los runners, en su mayoría, entrenan por sensaciones personales, informaciones boca-oído y revistas; los entrenadores profesionales apenas tienen cabida. Su modelo de entrenamiento suele ser rutinario y monótono, similar al seguido en la primera década del siglo XX (con menos volumen).

Los Juegos Olímpicos de México provocan un nuevo reto a entrenadores y fisiólogos: buscar sistemas para adaptarse a competir a más de 2200 metros de altura debido a la menor posibilidad de absorber oxígeno. Los fisiólogos observan que tras unos 20 días en altura el organismo se adapta fabricando más glóbulos rojos. Más allá del tema de los Juegos se ve cómo el entrenamiento en altitud puede mejorar el rendimiento a nivel del mar. Los corredores pasan temporadas viviendo y entrenando en altitud para bajar a competir a nivel del mar.  Los fisiólogos a experimentar con las entonces legales autotransfusiones para aumentar la concentración de glóbulos rojos, algo más barato e inmediato que entrenar en altitud.

Nuevas herramientas para el control del rendimiento: ciencia y tecnología

A partir de los años 60/70 del siglo XX los modelos de sistemas de entrenamiento son los mismos, no han variado en su estructura básica ni su nombre, pero sí su forma de aplicación, control y organización de las cargas. Si Reindell hablaba de control de pulsaciones, Astrand del VO2max, Mader del lactato. Conconi (dejando de lado su faceta de perseguidor y a su vez dispensador de EPO) con su test y los pulsómetros, facilita a los entrenadores un medio sencillo para determinar el ritmo en el que se sitúa el umbral anaeróbico de cada atleta.  Platonov, a finales de los 80, viene a Barcelona y nos da una visión mucho más holística de los procesos de adaptación y expone nuevas variables determinantes del rendimiento como son el tiempo que se tarda en alcanzar el VO2max o el tiempo que puede mantenerlo un atleta corriendo a aquel ritmo. Con estas vías abiertas ponemos fin a la historia y llegamos al presente del entrenamiento.

El gran negocio del running

El progreso en las ciencias del entrenamiento no llega a la gran masa de corredores populares, consumidores para quienes las grandes marcas y cadenas no cesan de lanzar productos de efímera duración. La información y los valores que llegan al corredor aficionado no parten del conocimiento técnico de entrenadores especializados ni de expertos en actividad física y salud; les llega en forma de mensajes publicitarios muy bien diseñados con un metalenguaje científico y en algunos casos, como el calzado para pronadores y supinadores o ciertas ayudas farmacológicas, con productos que dispensados en supermercados o  tiendas y no por profesionales, pueden tener efectos nocivos.

El corredor neófito suele ingresar en grupo de los que califico como “fast trainig”, para quienes terminar una maratón lo antes posible es una prioridad. Libros y artículos de cómo preparar un maratón en 8 semanas, están a la orden del día y un importante tanto por ciento del contenido que no es publicidad de nuevos productos, es coaching: “si quieres puedes, la voluntad antes que la ciencia y la técnica”. El círculo se cierra con la nueva liturgia alimentaria: del “Fast Food” al “Fast Food Running”. Estigmatizan la hamburguesa y sacralizan barritas, batidos y demás pócimas megaprocesadas, que son muy adecuadas para situaciones muy concretas, pero no deben llegar a ser una parte importante de la dieta como sustituto de muchas comidas.

Corredores entrenando

Quizás la gran asignatura pendiente para este primer cuarto del siglo XXI sea que las bases más elementales de las ciencias del entrenamiento de la carrera lleguen a la gran masa de corredores populares a fin de que los corredores y técnicos aficionados sepan distinguir entre mensajes y publicaciones técnicas más o menos objetivas de aquellas que son meramente mensajes publicitarios. Otro gran avance sería que los médicos de familia se formaran en medicina del deporte de base para poder dar pautas a sus pacientes para gozar de los beneficios que la carrera tiene sobre la salud y prevenir los efectos negativos derivados de una práctica inadecuada.

Artículo publicado en el nº 68 de la revista Sportraining (septiembre/octubre 2016). Autor: JOAN RIUS SANT www.jriustrainer.com

Recuperado de: https://www.sportraining.es/2020/03/23/articulo-historia-del-entrenamiento-de-resistencia/